Cibercotilleo, ciberagresión, uso problemático de Internet y comunicación con la familia


RESUMEN

La investigación sobre ciberconductas de riesgo infantil y juvenil se abre paso con estudios sobre factores que puedan influir en estos fenómenos, entre los que se destacan los relacionados con la convivencia escolar y familiar. En esta última, es relevante el nivel de confianza espontánea del hijo hacia su progenitor en el uso Internet. El objetivo de este trabajo es comprobar el efecto de la revelación filial en la ciberagresión, así como el rol mediador del uso problemático de Internet y el cibercotilleo, y el rol moderador del sexo y la edad. Un total de 866 escolares de primaria (53% chicas) de entre 10 y 13 años (M=11,21; D.T.=0,90) fueron encuestados mediante el uso de autoinformes. El tratamiento de datos siguió un modelo de mediación serial moderada a través de «Process». Los resultados evidenciaron los efectos de la revelación filial sobre la ciberagresión, así como la mediación del uso problemático de Internet y el cibercotilleo. A diferencia del sexo, la edad moderó los efectos del modelo de mediación. Los resultados ponen de manifiesto la necesidad de establecer un clima de confianza y comunicación en el entorno familiar para disminuir la implicación en las ciberconductas de riesgo, donde los menores se sientan comprendidos y apoyados por los progenitores, facilitando la comunicación espontánea sobre el uso de Internet.

Palabras clave

Ciberagresión, revelación filial, uso problemático de Internet, cibercotilleo, educación primaria, modelo de mediación moderada

Keywords

Cyberaggression, child disclosure, problematic Internet use, cybergossip, primary education, moderated mediation model

ABSTRACT

Research into risky online behaviour among children and adolescents is on the rise, with more studies being conducted into the factors which can influence this phenomenon, above all in relation to school and family life. In the latter sphere, one relevant factor is the degree of genuine trust children have in their parents when using the Internet. The main objective of this study is to verify the effects of child disclosure about cyberaggression, in addition to the mediating role of problematic Internet use and cybergossip, and the moderating role of gender and age. A total of 866 primary school children (53% girls) between 10 and 13 years old (M=11.21; SD=0.90) were surveyed using self-reporting. The data processing followed a moderated serial mediation model using “Process”. The results revealed the effects of child disclosure about cyberaggression and the mediation of problematic Internet use and cybergossip. Unlike gender, age moderated the effects of the mediation model. The results highlight the need to foster a climate of trust and communication in the family environment to reduce involvement in risky online behaviour, in which children feel understood and supported by their parents, which in turn encourages open communication about Internet use.

Palabras clave

Ciberagresión, revelación filial, uso problemático de Internet, cibercotilleo, educación primaria, modelo de mediación moderada

Keywords

Cyberaggression, child disclosure, problematic Internet use, cybergossip, primary education, moderated mediation model

Introducción

La ciberagresión es un problema a nivel mundial que afecta a un importante número de chicos y chicas a edades cada vez más tempranas. Los jóvenes ciberagresores emiten conductas que dañan psicológica y moralmente a sus iguales destruyendo la red social, que por otro lado es tan importante en estos años. El ciberespacio genera un contexto diferente al bullying cara a cara, en parte como evolución del mismo, con consecuencias que pueden llegar a ser incluso más perniciosas. Los ciberagresores tienen la oportunidad de victimizar a otros desde el anonimato (Dennehy et al., 2020) y en cualquier momento (ataque 24/7), convirtiendo a la víctima, de esta forma, en vulnerable a sus perpetraciones y provocándoles indefensión aprendida y desajuste psicológico (Zych et al., 2019). La publicación de fotos comprometedoras, piratear la identidad de un individuo en una red social, compartir hechos o imágenes íntimas, la amenaza de desvelar información privada, el insulto, o la difusión de rumores a través de los dispositivos digitales son conductas agresivas facilitadas por la tecnología de la comunicación y sus eficaces soportes digitales (Livingstone & Smith, 2014).

Un estudio reciente con escolares españoles entre 11 y 12 años sitúa la ciberagresión en torno al 6,3% (Garmendia et al., 2019). En comparación con las cifras internacionales, cabe señalar que las cifras de prevalencia en España siguen siendo más bajas que las encontradas en otros países europeos (Sorrentino et al., 2019), o entre Europa y América (Herrera-López et al., 2017; Smith et al., 2019). Más allá de los estudios descriptivos, son necesarias investigaciones que avancen información sobre factores causales o al menos correlacionales. Hasta el momento las investigaciones han centrado su atención en los factores personales y los referidos al contexto escolar y la calidad de la convivencia, recibiendo menor atención el contexto familiar y sus factores diferenciales (Álvarez-García et al., 2019). Algunos trabajos en este campo señalan el importante papel de la comunicación intrafamiliar y, particularmente, apuntan a la revelación filial como uno de los elementos diferenciales de la calidad de la convivencia familiar. Se ha demostrado que la revelación de los hijos e hijas hacia sus progenitores, entendida como una forma indirecta de reconocimiento y control parental (Kerr et al., 2012), reduce la implicación en conductas de ciberagresión (Buelga et al., 2017). Se hace preciso ir un paso más allá y analizar los factores que pueden ayudar a comprender cómo la revelación filial puede influir en la implicación en ciberagresión. Para ello, se analizó el rol mediador del uso problemático de Internet y el cibercotilleo, cuya relación con la ciberagresión ha sido previamente establecida (Romera et al., 2018).

La mayoría del trabajo investigador a este nivel se ha centrado en la edad adolescente, cuando el uso de dispositivos digitales es muy abundante (Wang et al., 2016), pero el comienzo de su uso comienza precozmente (Smahel et al., 2020), de ahí la necesidad de explorar los últimos cursos de la escolaridad primaria.

Revelación filial y ciberagresión

La influencia del contexto familiar en los comportamientos de los menores en el ciberespacio se ha dirigido principalmente al estudio de las normas de control y supervisión del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Estos estudios ponen en evidencia que el control parental, mediante la imposición de severos límites a las actividades de los menores y el requerimiento continuo de información sobre lo que están haciendo, es una estrategia poco efectiva para la reducción de las conductas de riesgo en la adolescencia, incluida la ciberagresión (Baldry et al., 2019; Sasson & Mesch, 2014). Concretamente, los estudios sobre las prácticas comunicativas parentales para el control de las ciberconductas de los hijos e hijas señalan que la exigencia de obtener información mediante requerimientos y preguntas directas y cierto nivel de intrusismo se asocia con mayores niveles de ciberagresión (Shapka & Law, 2013). En contraposición, la creación de un ambiente positivo y de confianza con ambos progenitores favorece el ajuste social y el bienestar de los menores, actuando como factor de protección, especialmente si se promueve la revelación filial, que se produce cuando la familia conoce las actividades que realiza el menor porque sus propios hijos e hijas las comparten, sin necesidad de ejercer control parental (Machimbarrena et al., 2019). En esta línea, ciertos estudios subrayan que el riesgo de implicación en ciberagresión se reduce con el uso de estrategias parentales basadas en la comunicación y la confianza (Buelga et al., 2017).

Uso problemático de Internet y cibercotilleo como potenciales mediadores

Más del 24% de los jóvenes hace uso diario de sus dispositivos digitales para comunicarse en redes sociales y más de la mitad de los que se conectan, lo hace varias veces al día (Areepattamannil & Khine, 2017). Sin embargo, se considera un uso problemático de Internet cuando junto a su empleo compulsivo aparece una preocupación cognitiva, así como un deterioro intrapersonal e interpersonal (Caplan, 2010) y mayores síntomas de depresión (Lozano-Blasco & Cortés-Pascual, 2020). Si bien se han reconocido factores personales que influyen en ese uso abusivo de la tecnología, otros estudios señalan que la familia ejerce un papel relevante en su prevención y minimización (Garmendia et al., 2019; Sela et al., 2020). Diversos estudios subrayan que la mediación parental, entendida como la gestión que hacen los progenitores de la relación entre los menores y los medios, resulta clave en el uso que hacen los jóvenes de Internet (Bartau-Rojas et al., 2018). Estudios como el de Saunders y Varma (2016) demuestran que un estilo parental inductivo o instructivo favorece un uso menos intensivo de Internet y que los jóvenes que estaban expuestos a menos horas en Internet presentan mayores índices en apoyo y comunicación parental (Tur-Porcar et al., 2019). En el reciente metaanálisis de Chen y Shi (2019) se evidencia que, si bien la mediación restrictiva es más efectiva para disminuir la cantidad de tiempo que los menores pasan en línea, la mediación parental activa y el uso conjunto son más eficaces para reducir la incidencia de los riesgos cibernéticos.

Los estudios sobre ciberagresión ponen de manifiesto que el simple hecho de tener más presencia en espacios cibernéticos y hacer un uso excesivo y frecuente del mismo, se considera un factor de riesgo que podría desencadenar en efectos negativos (Baldry et al., 2019). Estudios españoles han señalado que el uso problemático de Internet está relacionado con la ciberagresión (Cerezo et al., 2016).

El uso excesivo de Internet parece estimular o sobrerrepresentar fenómenos de comunicación social presentes en todas las culturas, como el cotilleo (gossip, en su expresión anglosajona) también en el ciberespacio, alcanzando de esta forma una audiencia mayor (Subrahmanyam et al., 2008). El cibercotilleo es un tipo de ciberconducta que implica la emisión dentro de un grupo de dos o más personas de comentarios evaluativos (positivos, negativos o neutros) sobre terceras personas que no están presentes. A pesar de que algunas investigaciones han identificado este tipo de comportamiento como una forma de agresión indirecta, ambos fenómenos son diferentes, siendo que en la ciberagresión hay una clara intención de hacer daño que no tiene por qué estar presente en el cibercotilleo. De hecho, se reconocen entre sus funciones la posibilidad de dar cohesión al grupo y mejorar las relaciones interpersonales (Foster, 2004). Ello justifica que cibercotilleo y ciberagresión tengan que estudiarse de forma diferenciada y con instrumentos que se ajusten a la naturaleza de cada ciberconducta (Romera et al., 2018). Ello no implica que la práctica del cibercotilleo no esté exenta de derivar en ciberconductas de riesgo. Aunque existen pocos estudios que exploren la relación entre cibercotilleo y otros comportamientos cibernéticos de riesgo, estudios recientes han demostrado que el cibercotilleo puede aumentar la implicación en ciberagresión (Kisfalusi et al., 2019). La propia dificultad del emisor para transmitir su intención comunicativa y del receptor para interpretarla, dadas las características del contexto virtual, podrían ser causa de malentendidos y, por tanto, de ciberconductas de riesgo como la ciberagresión.

Presente estudio

Las investigaciones previas han evidenciado las consecuencias negativas asociadas a la implicación en ciberagresión, fenómeno inmoral en el que un elevado número de chicos y chicas se ven involucrados cada vez a edades más tempranas, pero también el importante papel de la familia para su prevención. Sin embargo, es preciso seguir indagando en la influencia del contexto familiar en el desarrollo de los comportamientos que los menores realizan a través de Internet. No solo es clave identificar qué tipo de estilos y estrategias familiares son más efectivas en la prevención de la violencia online, sino también explorar sus efectos en la promoción de ciberconductas que pueden ayudar a reducir la implicación en ciberagresión y, por ende, a estimular el desarrollo de una ciberconvivencia positiva.

En esta línea, el presente estudio tiene como objetivo examinar el efecto mediador del uso problemático de Internet y el cibercotilleo entre la revelación filial y la implicación en ciberagresión. Debido a que un amplio número de investigaciones han subrayado qué estrategias de comunicación parental, principalmente aquellas que potencian la revelación filial, reducen el riesgo de implicación en comportamientos agresivos (Law et al., 2010), se espera que la revelación filial sobre los comportamientos que se realizan en Internet reduzca la ciberagresión (Hipótesis 1). La mayoría de los trabajos previos se han centrado en los efectos de esta relación, sin tener en cuenta posibles mediadores. Se espera que el uso problemático de Internet y el cibercotilleo medien la relación entre la revelación filial y ciberagresión (Hipótesis 2). Debido a que se ha evidenciado mayor implicación de conductas de riesgo entre los chicos y a lo largo de la adolescencia, y que la revelación filial es más común entre las chicas y durante la etapa de la infancia (Arpaci et al., 2020 Smahel et al., 2020), se espera que los efectos de la revelación filial sobre las conductas de riesgo sean menores en la infancia tardía (Hipótesis 3a) y en las chicas (Hipótesis 3b) en comparación con los preadolescentes y los chicos.

Materiales y método

Participantes

La muestra incidental estuvo compuesta por 866 escolares (53% chicas), procedentes de seis colegios públicos (58%) y concertados (42%), tanto rurales (36%) como urbanos (64%) de Educación Primaria de las provincias de Córdoba y Jaén (España). Los centros educativos fueron seleccionados a través de un muestreo no probabilístico por accesibilidad (Singleton & Straits, 2004). Las edades estuvieron comprendidas entre los 10 y 13 años (M=11,21; D.T.=0,90). La distribución por cursos fue la siguiente: en 4º un 28,8% (n=249), en 5º un 28,9% (n=250) y en 6º un 42,3% (n=366).

Instrumentos

La ciberagresión fue evaluada con 8 ítems en una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta que va desde 0=nunca, 1=una vez o dos veces, 2=una o dos veces al mes, 3=alrededor de una vez por semana, y 4=más de una vez a la semana. Ejemplos de ítems para ciberagresión son: «He colgado vídeos o fotos comprometedoras de alguien en Internet» o «He difundido rumores (chismes) sobre alguien en Internet» en los últimos dos meses. Esta escala forma parte de una adaptación para primaria del instrumento European Cyberbullying Intervention Project Questionnaire, ECIPQ (Del-Rey et al., 2015), compuesta por dos dimensiones, cibervictimización y ciberagresión. Solamente la segunda dimensión se empleó para este estudio. Se utilizaron las puntuaciones medias de los ítems, con mayores valores indicando mayor frecuencia de estar implicado en ciberagresión. Para esta investigación los índices de validez fueron óptimos, 𝜒2 S-B=56.4149; gl=20; <.001; NNFI=.98; CFI=.98; RMSEA=.04; SRMR=.05. El índice de fiabilidad fue bueno para la dimensión de la ciberagresión, ω=.74.

La revelación filial fue medida con cuatro ítems sobre la frecuencia con la que cuentan a sus progenitores las actividades en las que participan en Internet, elaborados a partir de la adaptación de Law et al. (2010) sobre el Stattin and Kerr’s Parenting Questionnaire (Stattin & Kerr, 2000). Se utilizó una escala tipo Likert de cinco puntos elaborada ad hoc que iba de nunca a siempre. Los ítems incluidos fueron los siguientes: «Cuando me creo una nueva cuenta en las redes sociales se lo cuento a mis padres», «Cuando hablo con personas nuevas por las redes sociales o Whatsapp se lo cuento a mis padres», «Le cuento a mis padres el contenido de los mensajes que envío o recibo por las redes sociales o WhatsApp», «Antes de enviar información sobre mí a otras personas por las redes sociales o WhatsApp se lo digo a mis padres». Se obtuvieron óptimos índices de fiabilidad (ω=.83) y validez, 𝜒2 S-B=17.7493; gl=2; <.001; NNFI=.98; CFI=.99; RMSEA=.06; SRMR=.02.

El uso problemático de Internet fue medido con la escala Internet-Related Experiences Questionnaire (Beranuy et al., 2009). Es una escala Likert de 10 ítems de 4 puntos de frecuencia, desde nunca a bastante. Ejemplos de ítems son: «Prefiero hablar con mis amigos o amigas por las redes sociales o WhatsApp antes que en persona», «Me siento nervioso cuando no me puedo conectar a las redes sociales o WhatsApp». Se tuvo en cuenta una distribución unidimensional de los ítems y se obtuvieron valores óptimos con la muestra de estudio de fiabilidad (ω=.78) y validez, 𝜒2 S-B=51.3417; gl=35; <.001; NNFI=.99; CFI=.99; RMSEA=.02; SRMR=.03.

Para medir el cibercotilleo se utilizó el Cybergossip Questionnaire (Romera et al., 2018). El cuestionario es unidimensional y está compuesto por nueve ítems medidos a través de una escala Likert de frecuencia con valores de 0 (nunca) a 4 (siempre). Ejemplos de ítems son: «Le cuento a mis amigos por las redes sociales o WhatsApp las cosas que me entero que les pasan a otros», «Hablo sobre los demás en las redes sociales o WhatsApp porque me hace sentir más cerca de mi grupo de amigos o amigas». Con la muestra de estudio los índices de fiabilidad (ω=.80) y validez, 𝜒2 S-B=100.7370; gl=27; <.001; NNFI=.96; CFI=.97; RMSEA=.05; SRMR=.05, fueron óptimos.

Procedimiento

Se contactó con los equipos directivos de los diferentes centros educativos para informarles sobre los objetivos del estudio. Los centros interesados recibieron la información detallada sobre el procedimiento de recogida. Se obtuvo el consentimiento escrito de las familias de los escolares y se contó con el consentimiento verbal de los participantes. Este estudio cumple con la Declaración de Helsinki sobre confidencialidad, privacidad y consentimiento informado y ha sido aprobado por el Comité Ético de Bioética y Bioseguridad de la Universidad de Córdoba.

Los cuestionarios fueron administrados en papel individualmente en el aula ordinaria. Se informó al alumnado del carácter voluntario y anónimo de la prueba. La recogida se llevó a cabo por investigadores formados previamente, quienes informaron a los escolares sobre el procedimiento para su cumplimentación y atendieron las posibles dudas de comprensión surgidas. El profesorado responsable del aula estuvo ausente durante el proceso. El tiempo de respuesta osciló entre los 15 y 20 minutos. Los datos fueron recogidos en 2017.

Análisis de los datos

Debido a la asimetría que mostraban las variables de cibercotilleo y ciberagresión, ambas se sometieron a una transformación de la raíz cuadrada siguiendo las recomendaciones de Tabachnick y Fidell (2007). Todas las referencias futuras que se hacen aluden a las variables transformadas.

Los análisis preliminares fueron llevados a cabo a través de la media y la desviación estándar, así como el coeficiente de correlación de Spearman para cada uno de los factores de estudio que se pretendía comprobar en el modelo teórico.

Asimismo, para contrastar la existencia de diferencias por sexo y edad (infancia tardía=10 y 11 años; preadolescencia=12 y 13 años) se realizó la prueba t-Student teniendo en cuenta la d de Cohen para el control del tamaño del efecto. Dichos análisis fueron realizados con el paquete estadístico IBM SPSS Statistics 20.

Finalmente, se llevó a cabo un modelo de mediación serial a través de «Process» v3.4 (Hayes, 2013) (Modelo 6) para evaluar el efecto mediador del uso problemático de Internet (primer mediador) y cibercotilleo (segundo mediador) en la relación entre la revelación filial (variable independiente) y ciberagresión (variable dependiente). Los efectos de moderación fueron analizados con el Modelo 92, con la finalidad de analizar si el sexo y la edad influyen en las asociaciones de las variables del estudio. «Process» es un macro para ser usado en SPSS que emplea la regresión de mínimos cuadrados para estimar la importancia y el tamaño de los efectos directos e indirectos en los modelos de mediación. «Process» tiene un mejor desempeño que el enfoque tradicional de pasos causales (tanto en términos de su potencia estadística como de error de tipo I). Los efectos indirectos son inferidos mediante el método Bootstrapping, tras generar una representación empírica de la distribución muestral de los efectos indirectos. Bootstrapping es adecuado para hipótesis lineales cuando las variables no tienen una distribución normal (Chernick, 2008), como es el caso del presente estudio. En el modelo de mediación, el efecto total denotaba la relación básica entre la revelación filial y la ciberagresión. La relación entre el efecto indirecto y el efecto total (PM) indica la medida del efecto de mediación (Wen & Fan, 2015). Todas las variables fueron estandarizadas antes de los análisis con la finalidad de facilitar la interpretación de los resultados.

Resultados

Los análisis descriptivos de las variables de estudio son mostrados en la Tabla 1. Los chicos y los preadolescentes mostraron mayor implicación en ciberagresión y uso problemático de Internet. La preadolescencia también mostró mayor empleo del cibercotilleo. Las chicas y la infancia tardía obtuvieron mayores niveles de revelación filial. El tamaño del efecto fue bajo-moderado. Se observó una relación positiva entre las variables ciberagresión, cibercotilleo y uso problemático de Internet con puntuaciones que oscilaron entre .39 y .55. La revelación filial correlacionó negativamente con todas las variables de estudio (Tabla 1).

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Se realizó un análisis de mediación serial con 5.000 muestras de bootstrap. Los coeficientes del modelo de mediación se proporcionan en la Tabla 2. El efecto total de la revelación sobre la ciberagresión fue significativo, β=-.27, t=-8,15, <.001. Posteriormente, fueron analizados los modelos de las variables mediadoras, el uso problemático de Internet y el cibercotilleo, y de la variable dependiente, ciberagresión.

La revelación filial se asoció significativamente con el uso problemático de Internet y el cibercotilleo. El uso problemático de Internet se asoció significativamente con el cibercotilleo y la ciberagresión. El cibercotilleo también se asoció significativamente a la ciberagresión. Tras controlar los efectos de los mediadores, el efecto directo de la revelación filial sobre la ciberagresión fue aún significativo.

Para evaluar el efecto indirecto y los intervalos de confianza (CI) se utilizó el procedimiento de bootstrap. Un efecto indirecto es significativo si la CI no incluye el valor 0. Para la vía de Revelación filial → Uso problemático de Internet → Ciberagresión, se obtuvo un efecto indirecto significativo, β=-.04, 95% CI [-.06, -.02], PM=.14.

Para la vía de Revelación filial → Cibercotilleo → Ciberagresión, se obtuvo un efecto indirecto significativo, β=-.05, 95% CI [-.09, -.02], PM=.20. Para la vía de Revelación filial → Uso problemático de Internet → Cibercotilleo → Ciberagresión, se obtuvo un efecto indirecto significativo, β=-.15, 95% CI [-.19, -.10], PM=.55. Por lo tanto, el uso problemático de Internet y el cibercotilleo tenían un papel de mediación parcial en el efecto de la revelación filial sobre la ciberagresión.

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Los resultados de moderación indican que no hubo diferencias estadísticamente significativas entre chicos y chicas en la asociación de las variables (ps>.05). La edad resultó ser una variable determinante en los efectos de la revelación filial sobre el uso problemático de Internet, ß=-.20, t=-2,95 <.01. Los efectos fueron significativamente mayores en la etapa de la preadolescencia en comparación con la infancia tardía (Figura 1).

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La edad resultó influenciar los efectos del uso problemático de Internet sobre el cibercotilleo, β=.21, t=3,51, <.001. Los efectos fueron significativamente mayores en la etapa de la preadolescencia en comparación con la infancia tardía (Figura 2). Los efectos indirectos muestran cómo la vía de Revelación filial → Uso problemático de Internet → Ciberagresión fue significativa en los preadolescentes, βPreadolescencia=-.07, 95% CI [-.12, -.03], pero no en la infancia tardía, βInfancia tardía=-.02, 95% CI [-.04, .00]. En relación con la vía Revelación filial → Cibercotilleo → Ciberagresión no hubo diferencias significativas entre ambos grupos, βPreadolescencia - Infancia tardía=.00, 95% CI [-.06, .06]. Finalmente, en la vía de Revelación filial → Uso problemático de Internet → Cibercotilleo → Ciberagresión, los preadolescentes mostraron efectos estadísticamente mayores, βPreadolescencia=-.09, 95% CI [-.13, -.06], βInfancia tardía=-.02, 95% CI [-.04, -.01], βPreadolescencia - Infancia tardía=-.06, 95% CI [-.11, -.03].

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Discusión y conclusiones

Esta investigación tenía como finalidad avanzar en el conocimiento científico sobre el fenómeno de la ciberagresión, que tiene lugar en el escenario del espacio digital que comparten niños y niñas y que puede comenzar en los últimos años de la educación primaria. El foco del problema se puso en la relación de la ciberagresión con posibles factores de riesgo y protección presentes en los ámbitos escolares y familiares. Tal y como se esperaba en la Hipótesis 1, los resultados obtenidos señalan que el establecimiento de relaciones con la familia basadas en la comunicación y en la confianza reduce el riesgo de verse implicado en ciberagresión. Si bien el efecto protector de la revelación filial ya ha sido reconocido en investigaciones previas (Buelga et al., 2017), aún queda por explorar cómo se potencia esta relación. Más específicamente, conocer qué tipo de ciberconductas pueden mediar el efecto de la revelación en la ciberagresión. En esta línea, formulamos y examinamos un modelo de mediación basado en la integración del uso problemático de Internet y el cibercotilleo, dos tipos de ciberconductas cuya relación con la ciberagresión ha sido mostrada (Cerezo et al., 2016; Kisfalusi et al., 2019).

El presente estudio permite avanzar en la identificación de las actividades cibernéticas que potencialmente pueden mediar la relación entre la revelación filial y la ciberagresión: el uso problemático de Internet y el cibercotilleo. Estos resultados sugieren que ambas ciberconductas median los efectos de la revelación filial en ciberagresión (Hipótesis 2). Estudios previos han evidenciado que una mayor presencia en los espacios virtuales aumenta la exposición a riesgos como la ciberagresión (Cerezo et al., 2016; Baldry et al., 2019), y a su vez, que la comunicación filial reduce el uso problemático de Internet (Chen & Shi, 2019). Igualmente, se ha demostrado cómo el hacer comentarios evaluativos sobre terceras personas a través de las redes aumenta el riesgo de realizar ciberagresión (Romera et al., 2018). Ello se debe a que el cibercotilleo es un comportamiento que se realiza en grupo y tiene una clara función de cohesión grupal. El carácter evaluativo de los comentarios que se generan dentro del mismo no solo orienta el comportamiento de sus miembros, sino que además sirve de estímulo para potenciar aquellas conductas que son valoradas dentro del grupo de iguales. Los mensajes que se emiten sobre otros pueden llevar a los chicos y chicas a normativizar comportamientos dañinos con el fin de mantener una posición social y visibilidad dentro del grupo. De ahí la importancia de prestar atención a este tipo de ciberconducta que, si bien no conlleva la intencionalidad de hacer daño, se asocia con la posibilidad de que surjan malentendidos y, por tanto, aumenta el riesgo de ejecutar conductas de ciberagresión.

La relación entre las prácticas educativas parentales y el cibercotilleo no ha sido previamente explorada, por lo que este estudio supone un avance para enfatizar en la necesidad de que los padres y madres hablen con sus hijos e hijas sobre lo que hacen cuando están conectados, no solo sobre su conducta individual, sino también sobre los comportamientos y actitudes que mantienen y gestan dentro del grupo de iguales, fuente de aprendizajes sociales. Ayudar a interpretar el contenido de los mensajes, las claves emocionales que los acompañan y a no atribuir intenciones hostiles se convierten en claves necesarias a trabajar, haciendo un especial énfasis en aquellos niños y niñas que comienzan a mantener relaciones interpersonales a través de los dispositivos digitales. Los hallazgos de la mediación sugieren que la revelación filial sobre la ciberconducta de los menores puede servir como factor protector sobre la implicación en ciberagresión a través de la disminución del uso desadaptativo de Internet y de la implicación en cibercotilleo, factores que también influencian la ciberagresión.

De acuerdo con lo esperado, los resultados de moderación evidencian que la infancia tardía es una etapa fundamental para la puesta en marcha de estrategias educativas dirigidas a la promoción de un adecuado uso de Internet a través de una comunicación familiar fluida. Se ha observado cómo, principalmente en la adolescencia temprana, altos niveles de revelación filial se relacionan con bajos niveles de uso problemático de Internet, al igual que un mayor uso problemático de Internet se asocia con una mayor implicación en cibercotilleo (Hipótesis 3a).

El hecho de que estas relaciones se vean potenciadas en la preadolescencia pone el punto de atención en la transición a la etapa adolescente como período evolutivo clave para fomentar un uso seguro del uso de las redes, así como subraya la necesidad de prestar atención en estas edades de cambio a variables clave que pueden reducir problemas de ciberagresión, problemas que en la etapa adolescente aumentan de forma considerable (Smahel et al., 2020). En cambio, el sexo no moderó las asociaciones entre las variables del estudio (Hipótesis 3b). Ello sugiere que, a pesar de que ellas tienen una mayor revelación filial y menor implicación en conductas de riesgo online, el ser chico o chica no aumenta la probabilidad de que un uso problemático de Internet o de cibercotilleo se asocie con la ciberagresión. Estos resultados coinciden con estudios previos que evidencian que el sexo no es una variable diferenciadora en los efectos que la comunicación parental tiene sobre el uso de Internet (Huang et al., 2019). En este estudio hay una serie de limitaciones que deben ser tenidas en cuenta. En primer lugar, aunque la muestra es relativamente amplia, pertenece a una sola región geográfica, por lo que sería necesario explorar estas relaciones con participantes de otras regiones y culturas para una mayor generalización de resultados. Además, el estudio incluye medidas realizadas en un solo tiempo, por lo que no se pueden establecer relaciones causales entre las variables de estudio. A ello se une que la escala de revelación filial explora algunos tipos de conductas compartidas con las familias, pero sería de interés indagar los motivos que llevan a los niños y niñas a hablar sobre sus ciberconductas, así como la propia respuesta de los adultos ante esta información. Además, se debe tener en consideración la limitación del tipo de instrumentos utilizados, escalas de autoinforme, no solo por la deseabilidad asociada a los mismos, sino por la edad de los escolares participantes, que pueden presentar algunas dificultades de comprensión lectora de los ítems. Apoyos visuales y estudios cualitativos apoyarían la fiabilidad de los resultados obtenidos. El análisis del contexto familiar (formación, nivel socio-económico o estrategias parentales) ayudarían a comprender las relaciones establecidas. Futuras investigaciones requieren aplicar un diseño longitudinal que permita explorar el carácter causal de las variables de estudio. Los estudios requieren seguir indagando en el papel del grupo de iguales en los comportamientos cibernéticos, siguiendo los estudios evolutivos que subrayan la influencia de la red social en el comportamiento social individual. Igualmente, sería de interés explorar las diferencias culturales en el estudio de las relaciones entre las prácticas educativas parentales y la prevención de los riesgos cibernéticos (Shapka & Law, 2013).

A pesar de las limitaciones, este es el primer estudio que examina la relación mediadora del uso problemático de Internet y el cibercotilleo en la relación entre la revelación filial sobre los comportamientos que los menores hacen en Internet y la ciberagresión. Los resultados que se presentan suponen un sólido avance para futuras investigaciones en esta línea, además de orientar el diseño de programas de prevención de la ciberagresión. Se pone en evidencia la importancia de la sensibilización en el contexto familiar hacia la construcción de una ciberconvivencia positiva que permita generar espacios de comunicación y confianza que faciliten y estimulen a los menores a compartir lo que viven en las redes sociales con quienes consideran que pueden ayudarles a pensar, sentir y evaluar moralmente. Se subraya por tanto la necesidad de que las familias se impliquen para que los niños y niñas aprendan a gestionar sus relaciones en el mundo virtual. Se trata no solo de que la familia se preocupe por evitar las ciberagresiones, sino que se implique en construir una ciberconvivencia positiva, tratando de que el contexto online no sea un problema y que las interacciones y la dinámica del grupo que se establecen no se traduzcan en agresiones hacia otros. Estos resultados orientan el diseño de programas de prevención de la ciberagresión, que requieren la inclusión de prácticas educativas para las familias, con la finalidad de ayudarles a gestionar las relaciones con sus hijos e hijas sobre el uso que hacen de Internet, así como prestar atención educativa a las diferentes ciberconductas que pueden suponer un riesgo. (1)