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Uso excesivo, redes sociales, adolescentes, personalidad, autoconcepto, apoyo social, consumo familiar, normas de uso
Excessive use, social networks, teenagers, personality, self-concept, social support, family consumption, rules of use
El incremento del uso de las redes sociales y la presencia constante de niños y adolescentes en ellas es un hecho constatado por diversas organizaciones globales e investigadores (Livingstone, Haddon, Görzig, & Ólafsson, 2011; International Telecommunication Union, 2017). Esta utilización continuada de la tecnología puede conducir a un «uso excesivo», un hecho que ha sido reconocido como problema de salud pública (Organización Mundial de la Salud, 2014) y se puede asociar a serios problemas psicológicos y de relaciones interpersonales como la adicción (Ho, Lwing, & Lee, 2017), la soledad (Ndasauka & al., 2016) o el ciberacoso (Casas, Del Rio, & Ortega-Ruiz, 2013). Este estudio utilizará el término «uso excesivo» de redes sociales (Buckner, Castille, & Sheets, 2012), entendiendo que este se da cuando el número de horas de uso afecta al normal desarrollo de la vida cotidiana del adolescente (Castellana, Sánchez-Carbonell, Graner, & Beranuy, 2007; Viñas, 2009), y no solo por lo que se refiere al tiempo invertido, sino también por el impacto que causa en aspectos personales y sociales de la vida del adolescente (Smahel & al., 2012).
En los países del sur de Europa, el uso excesivo de Internet oscila entre un 3% y un 24% (Olafsson, Livingstone, & Haddon, 2014), porcentajes similares a los encontrados en Estados Unidos (Weinstein & Lejoyeux, 2010). En España, un 21,3% de los adolescentes están en riesgo de desarrollar conductas adictivas a Internet debido al uso abusivo de redes sociales (Fundación Mapfre, 2014). Algunos estudios han apuntado diferencias según el sexo en el uso excesivo de redes sociales (Müller & al., 2017): se relaciona a las chicas con el uso intensivo mientras que a los chicos con el uso adictivo entre los consumidores intensivos (3,6% de chicas frente al 4,1% de chicos). Sin embargo, los resultados sobre diferencias por sexo en la literatura no son consistentes. En este sentido, Salehan y Negabahn (2013) no encontraron diferencias por sexo entre la utilización de aplicaciones de redes sociales móviles y la adicción al móvil, en oposición a investigaciones previas que sugieren que las mujeres son más propensas a desarrollar una conducta adictiva.
La fuerte presencia de adolescentes en las redes sociales les permite expresar y desarrollar su personalidad y sus características personales. Además, la naturaleza social de las redes supone una amplia variedad de interacciones y relaciones entre los adolescentes y los demás, como compañeros, familiares o desconocidos. Es por esta razón que realizamos el presente estudio sobre su perfil psicológico, así como sobre factores de personalidad, sociales y de contexto, con el fin de determinar el impacto del uso excesivo de redes sociales entre los adolescentes. Aunque algunos estudios muestran la importancia de analizar estos aspectos conjuntamente (Marino & al., 2016), son más comunes los estudios que los exploran por separado.
Existen investigaciones que han vinculado ciertos rasgos de personalidad con el uso de redes sociales, basándose la mayoría de ellos en la Big Five Theory de Costa y McCrae (1992). A este respecto, se ha observado que elevadas puntuaciones en neuroticismo (Amichai-Hamburger & Vinitzky, 2010; Marino & al., 2016; Tang, Chen, Yang, Chung, & Lee, 2016) y puntuaciones bajas en extraversión (Ross, Orr, Sisic, Arseneault, & Simmering, 2009) están asociadas a un uso adictivo o problemático. Existe una correlación negativa entre el uso de redes sociales, como Facebook o Twitter, y las facetas de apertura a la experiencia y responsabilidad (Hughes, Rowe, Batey, & Lee, 2012; Schou & al., 2013), que actúan como factores protectores. Algunos estudios demuestran que puntuaciones elevadas en amabilidad están asociadas a un uso problemático (Kuss, van-Rooij, Shorter, Griffiths, & Van-der-Mheen, 2013), mientras que otros concluyen que son un indicador de menor riesgo de desarrollar adicción (Meerkerk, Van-den Eijnden, Vermulst, & Garrestsen, 2009). Finalmente, también formaba parte de nuestro objetivo analizar la relación entre impulsividad y uso excesivo de redes sociales, puesto que algunos estudios indican que este parece ser el más potente predictor de consumo problemático (Billieux, Gay, Rochat, & Van-der-Linden, 2010; Billieux, Van-der-Linden, & Rochat, 2008).
Los adolescentes buscan aceptación o validación social a través de las redes sociales, lo cual afecta a su bienestar y su autoestima (Jackson, von-Eye, Fitzgerald, Zhao, & Witt, 2010; Pérez, Rumoroso, & Brenes, 2009; Valkenburg, Peter, & Schouten, 2006). Una baja autoestima se relaciona con un uso más frecuente de las redes sociales (Aydin & Volkan, 2011), y con síntomas de adicción (Bahrainian, Haji-Alizadeh, Raeisoon, Hashemi-Gorji, & Khazaee, 2014).
Internet y las redes sociales permiten a los adolescentes conectarse con sus amigos, crear y reforzar relaciones interpersonales, dar y recibir apoyo social, y cultivar vínculos emocionales (Best, Manktelow, & Taylor, 2014; Frison & Eggermont, 2015; Livingstone, 2008; Reich, Subrahmanyam, & Spinoza, 2012; Tang, Chen, Yang, Chung, & Lee, 2016).
La familia puede proporcionar un entorno protector ante el uso excesivo de las tecnologías, siempre que este contexto social sea percibido como facilitador de apoyo social (Echeburúa, 2012). Las investigaciones demuestran que los progenitores utilizan una variedad de estrategias de mediación para regular el uso que sus hijos hacen de Internet (Durager & Livingstone, 2012; Livingstone & Helsper, 2008), entre ellas, las restricciones o normas de uso (OfCom, 2016; Garmendia, Jiménez, Casado, & Mascheroni, 2016).
Otro factor relacionado con el uso de las tecnologías por parte de los adolescentes es el uso real o percibido de sus progenitores (Hiniker, Shoenebeck, & Kientz, 2016; Lauricella, Wartella, & Rideout, 2015; Livingstone, Haddon, Görzig, & Ólafsson, 2011). En aquellos países europeos donde padres y madres usan Internet diariamente, sus hijos lo usan con más frecuencia; y viceversa (Livingstone & al., 2011). Estos datos parecen indicar que la relación entre el uso que hacen progenitores e hijos no significa solamente que emplean más tiempo usando las tecnologías juntos, sino también que existe un incremento individualizado del tiempo que emplean con sus dispositivos por separado (Lauricella & al., 2015). En palabras de Boyd (2014: 85): «Existe una importante diferencia de perspectiva sobre las posibilidades de los adolescentes para reunirse con amigos, ya que adolescentes y progenitores tienen ideas diferentes sobre cómo debería ser la sociabilidad».
Este estudio transversal tiene como principal objetivo determinar el perfil psicológico y social de los adolescentes de 11 a 18 años que hacen un uso excesivo de redes sociales. A nivel específico, se propone:
• Describir el perfil socio-demográfico y la prevalencia de uso que presenta un grupo de adolescentes identificados como consumidores excesivos frente al grupo normativo.
• Explorar qué variables de personalidad y del contexto social constituyen el perfil de dichos consumidores.
• Evaluar qué variables predicen mejor el uso excesivo de redes sociales en el grupo de edad investigado.
Se utilizó la técnica de muestreo multi-etápico por conglomerados para seleccionar una muestra aleatoria (n=1.218) de entre una población total de 5.365 estudiantes de ESO, bachillerato y formación profesional de la comarca del Alto Ampurdán en Gerona (España). La muestra final comprende 1.102 estudiantes (90,5% de participación) de seis centros educativos, públicos en su mayor parte (91,6%). El 48,1% de los participantes fueron chicos y de edades que oscilaban entre los 11 y los 18 años (M=14,42; SD=1,78). Los cursos escolares comprenden estudiantes de los cuatro cursos de la ESO (n=793), de 1º y 2º de Bachiller (n=278) y de ciclos formativos (n=31).
• Escalas para explorar el uso excesivo de redes sociales:
– Tipología autoatribuida de consumo de redes sociales (Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram, Snapchat) (Casas & al., 2007). Escala de ítem único preguntando a los sujetos qué clase de consumidores de redes sociales consideran que son, basándose en cinco respuestas posibles (1=No las uso nunca o muy poco; 2=Soy un/a consumidor/a bajo; 3=Soy un/a consumidor/a medio; 4=Soy un/a consumidor/a bastante elevado; 5=Soy muy alto consumidor/a).
– Escala de actitudes y usos de los medios y tecnologías (Media and technology usage and attitude scale: MTUA) (Rosen, Whaling, Carrier, Cheever, & Rokkum, 2013). Consta de 60 ítems agrupados en 15 subescalas que evalúan la frecuencia de uso y las actitudes hacia las TIC (1=Nunca y 10=Continuamente). Se utilizó la subescala «actividades con redes sociales» (a= .89) para aquellos que indicaban que tenían un perfil en Facebook (se añadió Instagram por ser en la actualidad una de las redes más usadas por los adolescentes).
• Escalas para explorar la personalidad:
– NEO Five Factors Inventory (Costa & Mc-Rae, 1992, 2004): versión reducida de NEO PI-R, que permite evaluar cinco rasgos de personalidad y que consta de 60 ítems (0=En total desacuerdo y 4=Totalmente de acuerdo). Los Alpha de Cronbach para cada escala son: neuroticismo, .64; extraversión, .61; apertura a la experiencia, .62; amabilidad, .53; y responsabilidad, .69. Se añadieron los ítems de la faceta de impulsividad de NEO PI-R (Costa & Mc Rae, 2008), mostrando una consistencia interna de .74.
– Autoconcepto AF5 de García y Musitu (1999). Se aplicó la versión adaptada al catalán (Malo & al., 2014), que consta de 30 ítems contemplando las cinco dimensiones de autoconcepto propuestas por los autores originales (0=Nunca y 10=Siempre). Las propiedades psicométricas de esta escala son muy buenas y similares a las de la escala original: los rangos de consistencia interna oscilan entre .75 (social) y .91 (académico).
• Escalas para explorar el contexto social:
– Escala de Apoyo social percibido (Social support appraisals) (Vaux & al., 1986). El estudio utilizó 14 de los 23 ítems originales, siete referentes a la familia y siete a las amistades (0=De ninguna forma y 10=Muy claramente). La consistencia interna de la dimensión SSA de los amigos es de .91, y la de la familia .92.
– Escala autoatribuida de consumo familiar de las TIC. Escala de ítem único adaptada de Casas y otros (2007), en la que los sujetos clasificaron el tipo de consumo que hacen sus progenitores y hermanos/as.
– Normas de uso de las TIC en el hogar (versión adaptada de Hiniker & al., 2017). Se creó una pregunta de repuesta dicotómica (Sí/No) para explorar si había normas establecidas en el hogar relacionadas con el uso de las TIC (móvil, ordenador, tablet, etc.).
– Ítems de la escala de percepciones relativas al uso de redes sociales (escala creada ad hoc). Se diseñaron 19 ítems para explorar qué sienten y cómo se sienten los adolescentes cuando usan las redes sociales. La pregunta era la siguiente: A continuación encontrarás un conjunto de frases respecto a cosas que puedes sentir cuando usas redes sociales como Facebook, Twitter or WhatsApp. Indica, por favor, tu grado de acuerdo con cada una de ellas. Cuando uso redes sociales… La escala iba de 0 (En total desacuerdo) a 10 (Totalmente de acuerdo). El alfa Cronbach para este estudio fue .92.
Se pidió permiso al Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña y a los respectivos consejos escolares y asociaciones de padres y madres de alumnos, a quienes también se informó de los objetivos de la investigación. Se garantizó a directores y alumnos la confidencialidad de los datos y el anonimato. Se dividió el cuestionario en dos partes para evitar fatigar a los participantes y se aplicó en dos sesiones de una hora durante el curso escolar 2016-2017. Dos investigadores estuvieron presentes para resolver preguntas y dudas.
Con el fin de alcanzar el objetivo general, se crearon dos grupos de consumo de redes sociales: el de uso excesivo y el de uso normativo. Para ello, se agrupó a los participantes que habían contestado «5» (Soy un/a muy alto consumidor/a) en la pregunta sobre tipología auto-atribuida de consumo de las redes sociales y a aquellos que habían respondido «10» (Continuamente) en tres o más ítems en la subescala «actividades con redes sociales» de la MTUA. Se asignó un valor «0» al grupo normativo, y «1» al de uso excesivo.
Para el primer objetivo específico, se calculó la prevalencia de participantes que forman parte de este grupo frente al grupo normativo, utilizando pruebas chi-cuadrado para comparar los resultados por sexo y edad.
Para el segundo, se utilizó una prueba t para analizar tanto el perfil psicológico como el social del grupo de uso excesivo, y se emplearon también pruebas chi-cuadrado para analizar el perfil social.
Para el último objetivo, se llevó a cabo una regresión logística binaria por pasos hacia adelante para verificar las variables que son predictores de uso excesivo. La variable dependiente fue la variable categórica del «grupo de uso», donde se atribuyó «0» al grupo normativo y «1» al grupo que hacía un uso excesivo de redes sociales.
Las covariables fueron las dimensiones de personalidad (NEOFFI, NEOPIR y autoconcepto AF5), las variables sociales (apoyo social, consumo percibido del padre, madre y hermanos/as, presencia o no de normas, y el grupo de variables de la escala ad hoc sobre percepciones relativas al uso de redes sociales), y el sexo.
Todos los análisis se llevaron a cabo usando el paquete estadístico SPSS, versión 23. El nivel mínimo de significación estadística requerido en todas las pruebas fue p<.05.
a) Perfil socio-demográfico y prevalencia del grupo de uso excesivo de redes sociales y del grupo normativo.
La prevalencia de chicos (n=34) y chicas (n=78) que forman parte del grupo que hace un uso excesivo de redes sociales es del 12,8%; siendo el porcentaje de chicas (69,4%) significativamente superior (?2= 16,743; p<,001) al de los chicos. No se observan diferencias por razón de edad.
b) Perfil de personalidad del grupo de uso excesivo de redes sociales y del grupo normativo. Los participantes clasificados en el grupo de uso excesivo muestran unas puntuaciones significativamente más elevadas que el grupo normativo en neuroticismo e impulsividad, mientras que en el grupo normativo se observa esta diferencia en las puntuaciones en amabilidad y responsabilidad. Se constata que aquellos adolescentes que hacen un uso excesivo presentan unas puntuaciones significativamente más bajas que los demás consumidores en el autoconcepto familiar, académico y emocional (Tabla 1).
c) Perfil social del grupo de uso excesivo de redes sociales y del grupo normativo. No existen diferencias significativas en la percepción de apoyo social por parte de amigos y familia entre los grupos; sin embargo, sí que se constatan diferencias significativas en la percepción de consumo de las TIC de progenitores y hermanos/as: los adolescentes que hacen un uso excesivo de redes sociales atribuyen un mayor consumo a sus madres y hermanos/as que los del grupo normativo (Tabla 2).
El 59,5% de los participantes informó no tener normas que regulen el uso de las TIC en el hogar. Los grupos muestran diferencias estadísticas significativas (?2(4)=8.390; p=.004): un 72,1% del grupo de uso excesivo afirmó no tener normas (57,6% del grupo normativo), y el 42,2% del grupo normativo afirmó tenerlas (27,9% del grupo de uso excesivo).
d) Variables que predicen el uso excesivo y normativo de redes sociales. El modelo clasificó correctamente al 86,3% de los participantes. La R2 de Nagelkerke indica que el modelo explica el 27,7% de la variabilidad. Los factores protectores ante el uso excesivo de redes sociales son la dimensión de responsabilidad (OR=.512; IC 95%=.355–.739), el autoconcepto familiar (OR=.841; IC 95%=.742 –.953), la existencia de normas reguladoras del uso de las TIC en el hogar (OR=.508; IC 95%= .301–.857) y ser chico (OR=.387; IC 95%=.234-.641); mientras que los factores de riesgo están relacionados con el uso de redes sociales para distraerse después de las tareas escolares (OR=1.157; IC 95%=1.043-1.283), para divertirse (OR=1.475; IC 95%=1.258-1.729) y la percepción del consumo de las TIC por parte de hermanos/as (OR=1.229; IC 95%=1.036-1.458) (Tabla 3).
El objetivo principal de este trabajo era describir el perfil psicosocial de una muestra de adolescentes españoles de edades comprendidas entre los 11 y 18 años que hacen un uso excesivo de redes sociales. Los datos utilizados para construir este perfil se basan en resultados obtenidos a partir del modelo de los cinco factores de personalidad, el autoconcepto, las variables contextuales de apoyo social de amigos y familia, y la percepción del consumo familiar de las TIC. A nivel específico, encontramos una mayor prevalencia de chicas que de chicos en el grupo de uso excesivo (Müller & al., 2017); y aunque la edad no parece ser un elemento discriminador, sí que se ha observado que es a los 13 (21,4%) y a los 16 (18,8%) años cuando aparece un uso más intensivo de las tecnologías (Caldevilla, 2010). La prevalencia de uso excesivo en este estudio (12,8%) fue moderado, situándose en la banda intermedia de los valores detectados en estudios anteriores (Olafsson & al., 2014; Weinstein & Lejoyeux, 2010).
En segundo lugar, los resultados de este estudio corroboran los datos de investigaciones anteriores que identifican características de personalidad diferenciadas entre el grupo que hace un uso excesivo de redes sociales y el grupo normativo, presentando el primero rasgos de neuroticismo e impulsividad, lo que confirma su relación con conductas adictivas y problemáticas. Algunos adolescentes con puntuaciones altas en neuroticismo usan Facebook tanto para regular su estado de ánimo (Marino & al., 2016; Tang & al., 2016) como para experimentar la sensación de pertenecer a un grupo y de satisfacer su necesidad de sentirse seguros (Amichai-Hamburger & Vinitzky, 2010). Además, la tendencia a actuar precipitadamente como respuesta a situaciones emocionales intensas, como el uso de redes sociales, es un indicador de uso problemático (Billieux & al., 2010; Billieux & al., 2008). El grupo de uso normativo se caracteriza por presentar un mayor grado de amabilidad y responsabilidad, factores ambos que están relacionados con un menor riesgo de desarrollar conductas adictivas (Meerkerk & al., 2009; Schou & al., 2013). Sin embargo, estos resultados deberían interpretarse con cautela debido a los bajos índices de consistencia interna observados en algunas de las escalas.
La autoestima es otro constructo que presenta diferencias entre los grupos: el grupo de uso excesivo muestra una menor autovaloración de cómo son percibidos por su familia, por el mundo académico –profesores, compañeros de clase y ellos mismos– y de nivel de comprensión de sus propias emociones y de cómo las muestran ante los demás (García & Musitu, 1999). Mantener buenos niveles de autoestima y autoconcepto, sobre todo en algunas de sus dimensiones, actúa como factor protector ante las adicciones a las TIC (Echeburúa, 2012). Como ejemplo, Pérez y otros (2009) observaron que los adolescentes que hacían un uso variado e intenso de su tiempo libre, y a su vez un uso bajo de los medios de entretenimiento y de los nuevos medios como Internet, mostraban una autovaloración académica más positiva que aquellos con un tiempo libre menos rico y diverso, y que hacen mayor uso de los medios de entretenimiento y de los nuevos medios.
Respecto a las variables contextuales, no se encontraron diferencias entre los grupos en cuanto al apoyo social percibido de amigos o familia, aunque existen investigaciones previas que muestran que dar y recibir apoyo social online puede ser una motivación para hacer un uso más intensivo de redes sociales (Tang & al., 2016). Sin embargo, el papel que juega la percepción del consumo familiar de las TIC aparece como factor diferencial en la formación de una u otra tipología de consumidor de redes sociales (Hiniker & al., 2016). Nuestros resultados corroboran la idea de que los adolescentes que forman parte del grupo de consumidores excesivos perciben que sus madres y hermanos/as también hacen un uso intensivo de estas tecnologías, funcionando como modelos de consumo (Livingstone & al., 2011). Tal y como se apunta en estudios anteriores, este aspecto parece incidir no solo en cómo la familia usa las TIC sino también en el uso individualizado que hacen los hijos (Lauricella & al., 2015). En el contexto actual, donde todos los miembros de la familia, incluyendo a los más jóvenes, usan frecuentemente múltiples dispositivos (Holloway, Green, & Livingstone, 2013) cobra importancia el papel jugado por progenitores y familiares en el aprendizaje vicario del uso responsable de las TIC. Nuestro estudio revela que la mitad de la muestra afirma no tener normas que regulen el uso de las TIC en el hogar, confirmando que la educación no debería ceñirse únicamente a un uso regulado por normas (OfCom, 2016; Garmendia & al., 2016); siendo este porcentaje incluso superior (72,1%) en el grupo que hace un uso excesivo. Durager y Livingstone (2012) sugieren que una de las estrategias más efectivas para regular un uso responsable, que incremente las oportunidades y prevenga riesgos, es la mediación activa, hablando activamente o compartiendo actividades online con los hijos. Por el contrario, el establecimiento de normas, restricciones o estrategias técnicas de mediación –como los filtros parentales– se relaciona con un menor riesgo online, aunque esto puede comportar que los hijos sean menos libres para explorar, aprender y desarrollar resiliencia, obteniendo un menor aprovechamiento de las oportunidades y habilidades digitales.
El presente estudio no está exento de limitaciones. La muestra, aunque representativa de una comarca y de un rango de edad, no nos permite hacer extrapolación a otros grupos de población. Los datos han sido recopilados mediante escalas de autovaloración que no garantizan ni la fiabilidad ni validez de los mismos, puesto que algunos sujetos pueden haber respondido basándose en la deseabilidad social. Por tratarse de un estudio transversal, no podemos establecer relaciones causales, si bien futuros estudios longitudinales de cohorte nos podrían proporcionar un perfil más sólido de uso excesivo de redes sociales, así como de las variables de protección y de riesgo. Teniendo en cuenta el porcentaje de varianza explicada, deberían examinarse otras variables que no han sido tratadas en este estudio, tanto del contexto social como de personalidad, ya que pueden estar relacionadas con el perfil estudiado.
A pesar de estas limitaciones, nuestro estudio nos permite sustentar hallazgos previos ya que encontramos: a) Diferencias según sexo entre consumidores excesivos y normativos, pero no según edad; b) Una prevalencia del uso excesivo de los adolescentes españoles similar a la de países de Europa y América; c) La impulsividad y el neuroticismo como principales variables de personalidad relacionadas con el uso excesivo; d) Aunque no hallamos diferencias entre los grupos de consumidores en el apoyo social percibido, el grupo de consumidores excesivos percibe un consumo familiar de las TIC significativamente mayor (madre y hermanos/as). Además, nuestros datos demuestran que el sexo, la responsabilidad, tener normas en el hogar y el autoconcepto familiar predicen negativamente el uso excesivo de redes sociales, mientras que la percepción de uso de las TIC de los hermanos/as, el uso de redes sociales para divertirse y su uso después de la escuela para distraerse lo predicen positivamente. Según estas variables predictivas, observamos dos perfiles de adolescentes: a) Constituye un perfil de riesgo ser chica, usar redes sociales para distraerse o divertirse, y percibir un uso elevado de las TIC de los hermanos/as; b) Constituye un perfil de protección ser chico, con una puntuación elevada en responsabilidad, un autoconcepto académico elevado y tener normas de uso de las TIC en el hogar. Deberíamos mencionar que el porcentaje de varianza explicada por el modelo de regresión es más bien baja y que, por consiguiente, podríamos considerar que hay otras variables no incluidas en este estudio que pueden predecir el uso excesivo.
Estos hallazgos nos permiten llegar a ciertas conclusiones: 1) Formar parte del grupo de consumidores excesivos comporta pasar más tiempo usando redes sociales y puede convertirse en un riesgo potencial, afectando al día a día de los adolescentes; en este sentido, estudios recientes señalan que el uso intensivo de redes sociales en la adolescencia está relacionado con la adicción a Internet y la ansiedad psicológica (Müller & al., 2017); 2) El perfil de este grupo de consumidores está conformado por la combinación de rasgos de personalidad y el contexto más inmediato en el que aprenden a usar las TIC, hecho que revela la necesidad, por un lado, de hacer más estudios para explorar estas dos variables y, por otro lado, la necesidad de diseñar: a) Intervenciones específicas entre los jóvenes para regular los rasgos de personalidad asociados directamente al uso excesivo –como la impulsividad– mediante programas de formación en conciencia plena (Mindfulness) (Franco, de la Fuente, & Salvador, 2011); b) Políticas sociales que promuevan un uso más responsable en el contexto familiar (Gómez, Harris, Barreiro, Isorna, & Rial, 2017); finalmente; c) Como hemos visto en anteriores estudios (Müller & al., 2017) puesto que el hecho de ser chica es un factor de riesgo de uso excesivo, debería tenerse en cuenta la variable sexo a la hora de diseñar propuestas específicas de intervención para prevenir conductas problemáticas de uso de las TIC.
En general, los resultados de este estudio pueden constituir un primer paso para la elaboración de nuevas medidas sobre el uso excesivo de redes sociales que evalúen las facetas de personalidad de los adolescentes y que también analicen de manera más profunda el contexto del uso familiar en el cual están socializados niños y adolescentes. Siguiendo el modelo ecológico de Bronfenbrenner (Bronfenbrenner & Evans, 2000) podríamos explorar otros contextos de socialización como la vida escolar o el ocio y el tiempo libre (véase capítulo 3 de Boyd, 2014), e incluso explorar qué valores sociales se ven implicados en el uso excesivo de las TIC (por ejemplo, el hedonismo, la seguridad o el individualismo). Todas estas variables nos permitirían tener una visión más plural de la complejidad de esta realidad psicológica.
Los autores forman parte del equipo de investigación ERIDIQV (www.udg.edu/eridiqv) de la Universitat de Girona, reconocido como Grupo de Investigación Consolidado por la Generalitat de Cataluña (2014-SGR-1332 y 2017 SGR 162), que ha financiado la obtención de datos para este estudio.
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