Televisión y teleespectadores peruanos en un país oral y diverso
Television and Peruvian Audience in oral and diverse country

María Teresa Quiroz
Perú

     
             
             
     

RESUMEN

     
     

El tema de la televisión sigue inquietando a unos y otros, a educadores y políticos, a intelectuales, productores y realizadores. Cuando dejó de ser la gran responsable de los fracasos educativos, y los intelectuales y pensadores tuvieron que aceptar que era parte de la existencia de los jóvenes, surgieron nuevas aproximaciones que trataremos de recoger en este breve artículo.

A partir de una reciente investigación realizada en el Perú, se confirma el indudable valor y sentido que continúa teniendo la televisión en la vida de niños y jóvenes, tanto la televisión de señal abierta, como la de cable. No se trata de un instrumento tecnológico, sino de una forma de relación, a través de la cual los niños y jóvenes se informan, se entretienen, aprenden y desarrollan siempre nuevas formas de socialización. No se trata de un bien extraño o externo, intercambiable, es parte de sus prácticas cotidianas, culturales – al lado de la radio y el cine, de la computadora e internet – que se han incorporado a sus modos de percepción y a sus sensibilidades y que ejerce una influencia que es importante y necesario evaluar.

Conforme la imagen llegó y se hizo parte de la vida social cotidiana y de la educación de los más jóvenes, pasó a ser un soporte de su cultura. A pesar de ello los adultos, - padres y maestros – siguen utilizándola para ilustrar la palabra, para darle fuerza y amplitud al discurso, sin comprender el alcance que tiene como lenguaje y portadora de sentido. Se requiere, por lo tanto, de un severo replanteamiento que pasa por admitir que los medios audiovisuales son parte de la cotidianidad, de la vida diaria de las personas. Más aun, es necesario aceptar que la propia cultura oficial y la escuela misma se ven interpeladas y amenazadas por esta cultura de la imagen. Los niños y jóvenes han crecido bajo la influencia de la cultura del espectáculo, en la cual la gratificación sensorial, el miedo al silencio y el rechazo por lo estático se halla presente. Así, las generaciones actuales privilegian lo concreto sobre lo abstracto, lo sensitivo sobre lo reflexivo. Hay que añadir además que frente a la cultura humanística, sistematizada y jerarquizada, la de la televisión es una cultura mosaico, caracterizada por la dispersión y el caos. Como lo señala Joan Ferrés, no se puede negar que en los jóvenes de hoy habita una sensibilidad relacionada con lo visual y lo intuitivo, frente a la urgencia de un pensamiento lógico, conceptual y deductivo, demandado por las instituciones formales.

En un país como el Perú, en el que la oralidad sigue tan difundida como característica de las relaciones cotidianas, la imagen se convierte en un nuevo modo de comunicar. Primero la televisión, hoy la computadora e Internet. Hay quienes transitan de la oralidad a la imagen en la pantalla, sin pasar por la escritura.

     
      ABSTRACT      
     

The television is a subject that worries all of us, from educators, politicians, and intellectuals, to producers and TV makers. When the TV stopped being considered the big responsible of educational failures, and the intellectuals and thinkers had to accept that this phenomena was part of the youth existence, there were new approaches that arose that we will try to revise and understand in this article.

FA recent research done in Perú, made me realize the proved value and sense that the television continues to have in the children and adolescent life, both in cable and opened sign television. It is not at matter of being a technological instrument, but a form of relation through the one children and adolescent inform themselves, entertain, learn, and always develop new forms of relationships. It is not about a strange, extern, and interchangeable instrument. It is about every day practices, cultural ones -along with radio and movies, computer and internet- that has being incorporated to modes of perception and sensitivities, that produces and influences and as a consequence is necessary to evaluate.

As long as the image appeared and became part of the every day and social life, and the education of the youth, it also became a culture support. In spite of that, the adults, -parents and teachers- still used it to illustrate the word, to make the speech stronger and wiser, without really understand the reach that language has as carrier of the meaning. Thus, it requires a severe re-thought that needs to begin with admitting that audiovisual media are part of every day life of people. More than that, it is necessary to accept that the official culture and the school itself are convoked and threaten by that same image culture. Children and adolescent have grown under the influence of the show culture, a culture where the sensorial gratification, being scared of the silence, and a rejection of the static is present. Thus, today's generations prefer the concrete over the abstract, the sensitive over the insight. We should add that in comparison with a humanistic, systematize, and hierarchical culture, the television culture is a mosaic characterized by dispersion and chaos. As Joan Ferrés points out, it is not possible to deny that today youth still lives with the sensitivity related to the visual and intuitive, confronting the urgency of logical thought, conceptual and deductive, demand by formal institutions.

In a country like Perú, a country where the oral communication is still diffused as a characteristic of the every day relations, the image becomes the new way of communication, first the television, today the computer, and then the internet. There are people that transit from oral communication to the image in the screen, without passing through writing.

     
      DESCRIPTORES/KEYWORDS      
     

Televisión, educación en medios, convergencia digital.
Televisión, mass-media, digital convergency.

     
     


1. Los alcances de la imagen
         
Las imágenes de la pantalla televisiva, del computador, de los anuncios en las calles son parte importante de las prácticas culturales de los más jóvenes en sus relaciones entre pares. Quienes pretenden llegar a los niños y a los jóvenes solamente desde un discurso racional y argumentativo, no alcanzan a comprender que las imágenes son para ellos fuente de información y conocimiento de primera mano.
         
           El brasileño Arlindo Machado sostiene que también en el plano filosófico la crítica de las imágenes se apoya en una creencia ciega en la palabra escrita como única fuente de verdad. Más aun, solamente la palabra es la que permite elevarse por encima de las impresiones físicas y formular conceptos. La imagen queda condenada a la superficialidad, representa lo particular y no alcanza los niveles de abstracción y generalización de la palabra escrita. Indica que los filósofos identifican razón y palabra como la misma cosa, reduciéndose el mundo de las imágenes y de los espectadores de imágenes al territorio de los «sin palabra» y por lo tanto de los «sin razón». Comenta que no es casual que la historia de las imágenes haya estado asociada a las actividades marginales y clandestinas, al contexto underground, a la práctica del ilusionismo y de la brujería, al divertimento popular pre-cinematográfico (1).

           La escuela, en ese sentido, ha tenido una actitud meramente defensiva porque le dio prioridad al modelo pedagógico basado en el libro (valorando la reflexión y la argumentación) e identificó el mundo audiovisual con lo ligero y lo frívolo. Sin embargo, los más jóvenes han superado este prejuicio, conocen ampliamente el mundo de la imagen, incluso mejor que sus propios maestros, y aprecian y experimentan la pluralidad de sentidos que ésta tiene. Debido a que carece de un signo único, la imagen adquiere un valor intercultural de mucha importancia. Más aun, la imagen se vincula con la oralidad cultural de las mayorías, con el chiste, los refranes, la música, que los enlaza social y emotivamente. Por eso la antigua y pertinaz desconfianza de la escuela hacia la imagen, hacia su incontrolable polisemia que la convierte en lo contrario del escrito, texto controlado desde dentro por la sintaxis y desde fuera por la identificación de la claridad con la univocidad. La escuela buscará sin embargo controlar la imagen, subordinándola al oficio de mera ilustración del texto escrito o acompañándola de un letrero que le indique al alumno lo que dice la imagen (2).

Por ello, Jesús Martín sostiene que no es posible atribuir la crisis de la lectura únicamente a la peligrosa seducción que ejercen las tecnologías de la imagen, sino aceptar la reorganización que cruza el mundo de los lenguajes y las escrituras y la consiguiente transformación de los modos de leer que atraviesa no sólo al libro, sino a la heterogeneidad de textos, relatos y escrituras, orales, visuales, musicales, audiovisuales.

Esta cultura de la hiperestimulación sensorial habilita a los espectadores contemporáneos a una suerte de relaciones, asociaciones y encadenamientos que suponen un comportamiento perceptivo fragmentario. Asimismo, el pensamiento intuitivo supone discontinuidad y simultaneidad, a diferencia de la letra impresa que implica pensamiento analítico y normatividad. Ejemplos claros son el zapping, así como algunos géneros como el videoclip. En palabras de Joan Ferrés «Tal vez hoy el cambio más significativo no sea el paso de una cultura de la palabra a una cultura de la imagen, por cuanto la palabra sigue siendo un componente esencial de los mensajes audiovisuales y multimedia-, sino el paso de una cultura lineal y de análisis a una cultura reticular, de la simultaneidad y la síntesis» (3).

Joan Ferrés asocia el zapping con una actitud de permanente fragmentación, de provisionalidad, de impaciencia, con lo compulsivo y cambiante, explicando que es comparable con las relaciones fugaces que establecen las personas, la manera como se organiza la ciudad, la moda, las comidas al paso. Se trataría de una permanente desintegración del yo, bifurcándose y dividiéndose en las redes.
¿Existe una oposición entre la lectura y la visión, o de alguna manera hay que concebirlas como actividades complementarias? Para un buen número de los críticos, la televisión es peligrosa, regresiva, afecta la conciencia, incrementa el analfabetismo. Giovanni Sartori, en su conocido Homo Videns (4) considera que la televisión empobrece la capacidad de entender, destruye más saber del que transmite, produce una atrofia cultural y un retroceso en la racionalidad, generando «mentes débiles». A esta voz se sumó, en el mismo sentido, Pierre Bourdieu (5).

Frente a estos temores, Arlindo Machado responde que los nuevos iconoclastas pregonan que las imágenes a partir de mediados del siglo XX comenzaron a multiplicarse, invadieron toda nuestra vida, apartando a la civilización de la escritura, erradicando el gusto por la literatura, anunciando un nuevo analfabetismo y la muerte de la palabra. Sin embargo, sostiene que aun es muy poco probable que en nuestro tiempo contemos con más imágenes que textos escritos. Desde su punto de vista, la computadora incrementó el hábito de leer y de escribir y nunca la palabra escrita estuvo tan presente en nuestras vidas como ahora. Machado añade que cuando se menciona la «civilización de las imágenes» se piensa inmediatamente en la hegemonía de la televisión. Sin embargo, él considera que este medio es poco visual, porque buena parte de los programas televisivos se basan más en el discurso oral que en las imágenes. Por ello insiste que vivimos en una civilización fuertemente marcada por la hegemonía de la palabra (6).

De lo que lamentablemente se olvidan autores tan importantes como Sartori y Bourdieu, pese a la lógica de sus argumentos, es de las transformaciones que se producen en los procesos cognitivos y en las sensibilidades, así como en las formas de comunicación. No es la imagen la responsable del desastre cultural. Lo que está en cuestión y en el centro del debate es si solamente la palabra puede conducir a la abstracción. ¿Podría la imagen también permitir el desarrollo del pensamiento conceptual? ¿Por qué la imagen tiene obligadamente que ser trivial? Y, específicamente, ¿por qué la razón y la emoción son contrarias, el conocimiento y el deseo, opuestos?

La educación formal castigó y relegó las emociones, supuso que el desarrollo intelectual y la racionalidad estaban exentos de emociones, lo que produjo la fractura del sujeto. En lugar de conciliar cuerpo y espíritu, razón y emoción, los dividió y condenó. Grave responsabilidad la de la escuela, cuya necesaria transformación deberá pasar por reconciliar estos campos que los sujetos, especialmente los más jóvenes, han ido integrando por su propia cuenta en la vida social y cotidiana.

En palabras de Joan Ferrés: «Una vez más la paradoja, la contradicción por parte de los críticos radicales. Se pretende imponer una cultura abstracta en una sociedad en la que reina lo concreto. Se pretende instaurar un universo de abstracciones entre ciudadanos que se mueven en el reino de lo perceptivo, de lo sensorial. Tal vez si las nuevas generaciones no son hoy capaces de convertir las imágenes en pensamiento sea, en buena medida, porque una gran parte de sus educadores y de los hombres de cultura son incapaces de convertir el pensamiento en imágenes (...) El gran reto es ayudar a convertir la emoción en reflexión, es enseñar a pensar a partir de la emoción (...). No se trata de sustituir la emoción por la reflexión, ni viceversa, sino de hacer que la emoción genere reflexión. No se trata de sustituir la concreción por la abstracción, ni al contrario, sino de conseguir que el pensamiento concreto desemboque en el abstracto. No se trata de convertir el aula en un ambiente alternativo a la televisión, sino de incorporar adecuadamente la televisión al aula para optimizar los efectos de la una y de la otra. No se trata de sustituir la imagen por la palabra sino de extraer de cada forma de expresión sus mejores prestaciones. No se trata de sustituir el placer por el esfuerzo, sino de conseguir que, gracias a la expectativa del placer, se asuma la necesidad del esfuerzo» (7).

Para muchos autores recién empezamos a pensar con las imágenes. Por ello, afirma Arlindo Machado, recién estamos en condiciones de comprender el lenguaje de las imágenes. «Aprender a pensar con las imágenes (pero también con las palabras y los sonidos, ya que el discurso de las imágenes no es exclusivista; es integrado y multimediático) tal vez sea la condición sine qua non para el surgimiento de una verdadera y legítima civilización de las imágenes y del espectáculo» (8).

2. El Perú oral
          
Es un hecho cultural -no sólo en el Perú sino en el conjunto de América Latina- que las mayorías se han incorporado y se han apropiado de la modernidad, sin dejar su cultura oral, y lo han hecho no de la mano del libro, sino desde los géneros y las narrativas, los lenguajes y los saberes, de la industria y la experiencia audiovisual. Pues lo que está en juego son hondas transformaciones en la cultura cotidiana de las mayorías, y especialmente en unas nuevas generaciones que saben leer, pero cuya lectura se halla atravesada por la pluralidad de textos y escrituras que hoy circulan. Lo que entonces necesitamos pensar es la profunda compenetración –la complicidad y complejidad de relaciones- que hoy se produce en América Latina entre la oralidad que perdura como experiencia cultural primaria de las mayorías y la visualidad tecnológica, esa forma de «oralidad secundaria» que tejen y organizan las gramáticas tecnoperceptivas de la radio y el cine, del video y la televisión. Pues esa complicidad entre oralidad y visualidad no remite a los exotismo de un alfabetismo tercermundista sino a la persistencia de estratos profundos de la memoria y la mentalidad colectiva sacados a la superficie por las bruscas alteraciones del tejido tradicional que la propia aceleración modernizadora comporta (9).

Vivimos hoy desconcertantes paradojas: por un lado, somos testigos de la abundancia comunicativa, la amplia disponibilidad de información y la explosión de imágenes, y, por el otro, un deterioro de la educación formal, un empobrecimiento de la experiencia y un debilitamiento de lo público, entendido como espacio de participación activa de la ciudadanía. La convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad tecnológica disocia la sociedad en «sociedades paralelas», la de los conectados a la infinita oferta de bienes y saberes, la de los inforricos, y la de los excluidos cada vez más abiertamente tanto de los bienes más elementales como de la información exigida para poder decidir como ciudadanos (10).

           La presencia dominante de lo audiovisual nos pone ante otra modernidad, a la que acceden las mayorías, pero sin dejar su cultura oral, la cual se mezcla con una nueva visualidad, la visualidad electrónica. Tal vez sean las maneras de viajar, de mirar, de encontrarse las que han cambiado, lo cual confirma la hipótesis según la cual la relación global de los seres humanos con lo real se modifica por el efecto de representaciones asociadas con las tecnologías, con la globalización y con la aceleración de la historia (11).

Juan Biondi y Eduardo Zapata vienen investigando hace más de una década el tema, y a propósito de lo que ocurre en las calles de Lima, anuncian que no hay espacios de representación ajenos a la palabra hablada, la cual es, para miles de personas, no sólo un instrumento de comunicación, sino además de conocimiento y reconocimiento. A propósito de su investigación sobre la oralidad manifiestan que es en las calles de Lima el lugar donde se reúnen los oradores con su público y donde el poder de la palabra representa los mundos y las identidades. Estamos ante un fenómeno comunicativo que, precisamente por serlo, esquiva toda consideración anecdótica. Porque donde hay signos aceptados hay posibilidades de que la palabra ancle identidades y propicie modos de conocimiento. Es imposible encoger los hombros ante lo evidente. Frente al poder de esa palabra oral, el silencio de la escribalidad (12).

Sin embargo –añaden Biondi y Zapata– el habla ha sido olvidada, en particular la relación del habla con la vida, es decir, lo que el habla nos puede decir acerca de la gente. Una mentalidad como la nuestra, tan afincada en la escribalidad, ha desconocido el vínculo entre la lengua y la visión del mundo. Sostienen que la oralidad viviente que existe en una ciudad como Lima se pasea autónomamente por las calles a través de diversas formas de expresión y de pensamiento. No obstante, el peso que esta tiene, los prejuicios valorativos presentes en sectores sociales con mayores recursos educativos y económicos han terminado marginando la oralidad. La sociedad peruana es una sociedad articulada oficialmente en torno a un eje comunicativo y a un tipo de razonamiento característico de la palabra escrita, mientras la vida de la mayoría transcurre cotidianamente sobre la base de la oralidad. A esto hay que añadir que la palabra escrita está cediendo ante la palabra electrónica (13).

Así planteado el tema, podemos concluir que somos un país donde la oralidad presente en la vida social es la expresión de los más pobres, los cuales son, asimismo, discriminados por ella. En la medida en que la información y las oportunidades están en las ciudades, la escuela se convierte en el primer paso para el éxodo. Además, se constata la existencia de una variedad de grupos etnolinguísticos, en medio de la ausencia de puentes comunicativos sólidos que permitan un real intercambio de conocimientos y el desarrollo de múltiples lenguajes a partir de los cuales pueda expresarse una cultura que acepte las diferencias. Pero también es cierto que mientras no exista un espacio común los alumnos no sólo no hablarán ni leerán bien el castellano, sino que en muchos casos seguirán siendo propietarios de una lengua sin escritura cuyos significados no se pueden intercambiar. A esto se suma la creciente extensión de la televisión no sólo en las ciudades, que llega al 90 o 95%, sino además en las zonas rurales. Sorprende una última investigación realizada por la antropóloga Rocío Trinidad (14) en la cual los padres y niños de comunidades rurales expresan las bondades de la televisión con argumentos que van desde que se aprende a hablar bien el castellano, como que se enteran de lo que pasa en el mundo y se acercan a la modernidad.

3. Teleespectadores peruanos
          
La televisión así descrita y, en particular, la fuerza de la imagen establecen vínculos particulares con los niños y los jóvenes peruanos, más pobres, que se caracterizan por su cultura oral, por sus resistencias a la escritura, por tener una educación con muchas limitaciones, pero que se deleitan con la imagen diariamente. Si bien durante mucho tiempo se pensó que el consumo de la televisión era un fenómeno urbano, hoy en día diferentes investigaciones muestran como llega a zonas rurales y a comunidades alejadas de los centros urbanos.

Con la televisión los jóvenes se han entrenado largamente en el mirar, han desarrollado habilidades, formas y prácticas que se extenderán luego a la navegación por Internet y que se relacionan con la eficacia del zapping televisivo. Están habituados a ver y escuchar, todo lo cual se encuentra incorporado a su tiempo libre como extensión de otras actividades y de la relación con sus pares.

Hablar del consumo de la televisión entre los escolares no es una novedad. Se trata de una generación que nació y creció con este medio y para quienes el aparato de televisión es un elemento más de su vida diaria. El consumo de la televisión, en general, es parte de la vida cotidiana, de su vida familiar, pero también personal. Dedican mucho tiempo a ver televisión, aunque esto puede cambiar de acuerdo a las actividades que realizan durante la semana. Ha sido la televisión por cable, por su variedad y posibilidades de elección, la que ha producido cambios tanto en el consumo de los jóvenes como en su apreciación de la televisión. Su acceso está cada vez más extendido, aunque esto varía por niveles socioeconómicos. No todos los hogares tienen los medios para el pago mensual de la inscripción al cable, aunque buena parte de las familias peruanas con escasos recursos tienen las llamadas conexiones piratas o clandestinas.

La televisión de señal abierta, a pesar de ser ampliamente criticada por aquellos niños y jóvenes que se inclinan por el cable, no queda descartada porque remite a referentes conocidos, sean personajes de ficción o conductores de programas y animadores. En lugares alejados de las capitales, la televisión despierta simpatía porque se convierte en un modo de conocer lo que ocurre con el país, con los gobernantes, así como las costumbres y modos de vestir.

Es sumamente interesante y resulta un hallazgo de la investigación– la asociación que realizan estos jóvenes entre la televisión por cable y lo que ellos, vagamente, llaman cultura. Relacionan la cultura con lo actual, con el futuro, con los nuevos conocimientos, con la modernidad. Es necesario subrayar la reiterada mención de los escolares a que ellos aprenden a través de muchos programas de cable, incluso más que a través de Internet. Esto podría relacionarse con que la televisión mantiene cierto carácter instructivo, tradicional, lo que tiene varios significados, porque el aprendizaje proviene todavía de un proceso más horizontal y no interactivo, mientras que para ellos Internet es sobre todo un medio de relación social.

Aun la televisión es más importante entre los más jóvenes porque ellos todavía asocian Internet con las tareas que les piden para el colegio, mientras el uso de la televisión para el entretenimiento tiene mayor fuerza. Los mayores no se sorprenden mucho cuando se les pide imaginarse cómo sería su vida sin estos medios, pero al pensarlo señalan: Si no existieran estas cosas creo que leería, aunque allí encuentro todo lo que quiero, sirve para todo (joven de 17 años, sector C). Las mujeres de 17 años afirman que podrían vivir sin Internet pero no sin el cable. También dicen los adolescentes de 17 años del nivel socioeconómico C que podrían hacer otras actividades: La calle, bailar, fútbol, algo que te distraiga.
En general, hay más de un televisor en las casas, aunque el acceso personalizado a la televisión se da, sobre todo, en los segmentos A y B. No obstante, lo que unifica a todos los escolares es la opinión de que la gran diferencia entre la televisión abierta y la de cable está en la variedad de la programación. Calificativos como chévere, divertida y variada están siempre presentes.

Los niños más pequeños destacan canales como Discovery Channel, series juveniles, películas y música. Los mayores mantienen la misma tendencia en sus preferencias, es decir, el entretenimiento. En los de mayor edad aparecen ciertas diferencias entre hombres y mujeres, ya que los primeros ven programas deportivos y las mujeres ven telenovelas. También gustan de los programas de concurso. Sobre el caso de los deportes, afirman: Mi programa preferido de deportes no me lo pierdo ningún día... veo televisión por cable, pero en la televisión nacional sigo siempre el deporte, los domingos hacen una recopilación de todo el campeonato, un programa así no me lo pierdo (Raúl, 17 años, sector A) y... el canal 3, full deportes, motocross, carrera de carros, bicicleta... (Guillermo, 17 años, nivel C).

Son los escolares de NSE A los más críticos de la televisión de señal abierta, frente a lo cual el cable es percibido como un signo de diferenciación social. Consideran que una persona que no tiene cable está limitada: Creo que es una cuestión de ignorancia (...) una persona que no tiene cable no conoce otros países, se contenta con lo que tiene... (Raúl, 17 años, sector A). El valor de la variedad y la actualidad es también resaltado: Hay más canales, puedo programar las películas, las cosas están mejor hechas, por ejemplo los dibujos y las películas están más adelantadas (Jaison, 12 años, nivel B). Se ha encontrado casos de escolares que afirman solo ver televisión por cable.

Sin embargo, la televisión de señal abierta, a pesar de ser ampliamente criticada por aquellos que se inclinan por el cable, no queda descartada porque remite a referentes conocidos, sean personajes de ficción o conductores de programas y animadores. Los jóvenes de más edad son más duros en sus calificativos; así lo sostiene una joven de 17 años: En la TV normal pasan pura mañosería, basura. No obstante se le ve y se le prefiere, incluso los programas informativos despiertan cierto interés entre los adolescentes. Esto se hallaría en correspondencia con una cierta inquietud por conocer la realidad del país por el peso que tuvo la televisión en la vida política reciente (últimos años del gobierno de Alberto Fujimori), tanto al comprobarse la manipulación política de la que fue objeto en la década anterior, como por la abundancia de programas y las transmisiones de eventos políticos de actualidad que han aparecido luego. Puede concluirse que la televisión de señal abierta como fuente de referencias acerca de lo que acontece en el país sigue ocupando un lugar importante entre estos jóvenes, al igual que en el conjunto de la población.

Los espacios, como lugares de vida, de encuentro o de experiencias personales son muy importantes para comprender las actividades de los escolares, pero además porque expresan los modos de vida y los cambios en la vida social. Así, por ejemplo, la televisión estuvo tradicionalmente en un lugar de uso colectivo y fue el centro de organización de la vida familiar. Con la ampliación de la oferta televisiva y el menor costo de los aparatos de televisión, la tendencia es que la televisión sea cada vez más de uso individual, por las posibilidades más variadas de programación que ofrece y los procesos de segmentación. La tendencia a su uso individual por cada miembro de la familia es lo que viene ocurriendo, especialmente, en los sectores con mayores recursos. El televisor pasa de la sala al dormitorio, lo que reorganiza los espacios familiares, de reunión y de encuentro.

Finalmente, pese a muchos pronósticos, la televisión sigue presente en el imaginario de los escolares y no puede ser dejada de lado cuando pretendemos entender qué ocurre con nuestros niños. Por eso mismo, las demandas de calidad son cada vez más necesarias.

 

     
     
Referencias
     
     

AUGÉ, M. (1998): La guerra de los sueños. Barcelona, Gedisa.
BIONDI, J. y ZAPATA, E. (1994): Representación oral en las calles de Lima. Lima, Universidad de Lima.
BOURDIEU, P. (1997): Sobre la televisión. Barcelona, Anagrama.
FERRÉS, J. (2000): Educar en una cultura del espectáculo. Buenos Aires, Piados.
MACHADO, A. (2002): «El cuarto iconoclasmo», en Revista Diálogos, 6 4. Lima, Felafacs.
MARTÍN, J. (1996): «Heredando el futuro. Pensar la educación desde la comunicación», en Revista Nómades, 5. Bogotá, Universidad Central de Bogotá.
MARTÍN, J. y REY, G. (1999): Los ejercicios del ver. Hegemonía audiovisual y ficción televisiva. Barcelona, Gedisa.
SARTORI, G. (1998) : Homo videns. La sociedad teledirigida. Buenos Aires: Taurus.
TRINIDAD, R. (2002): ¿Qué aprenden los niños del campo con la televisión. Globalización, socialización y aprendizaje? Lima, IEP.

     
     
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María Teresa Quiroz es profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima (Perú) y presidenta de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (Tquiroz@correo.ulima.edu.pe).