Uno de los objetivos principales que todo investigador debe tener presente a la hora de publicar su investigación es la visibilización de la misma. De nada servirá ser excelentes en las aportaciones académicas y científicas si no somos capaces de llegar a la audiencia adecuada. En un mundo globalizado, de comunicaciones instantáneas debemos aprovechar las sinergias que la sociedad de la información nos brinda:

Además de estos factores, todos ellos a tener en cuenta para la publicación de nuestra investigación, hay otro de vital importancia: La edición del manuscrito en inglés.

Foto: Pixabay Fuente: Statista 

La importancia del idioma o idiomas en los que publiquemos marcará  las posibilidades de lectores reales para nuestra investigación, a mayor número de potenciales lectores mayor posibilidad de generar un impacto significativo en la comunidad científica. Es en este caso donde adquiere especial relevancia el número de millones de hablantes aproximados del idioma o idiomas en los que publicamos.

Si nuestro artículo es publicado en español, estamos hablando de un alcance probabilístico aunque no real (pues no todos los hablantes de un idioma serán potenciales lectores de nuestra investigación) de unos 420 millones de personas, si a esta versión le sumamos una inglesa, estamos añadiendo una población aproximada de 1.500 personas. 

Por tanto, en un ecosistema global y conectado donde el conocimiento se genera con vocación de alcance, cuanto más mejor, el aspecto lingüístico redundará sin duda en esta intención, ofreciendo una potencial audiencia a nuestro artículo que jamás hubiésemos soñado. Por tanto, al valor de comunicar nuestro artículo sumaremos el valor de comunicar a cuantos más mejor, procurando siempre una edición en inglés de nuestro artículo.

Es importante, no dejar de mencionar lo esencial que resulta en este punto garantizar una versión profesional y académica que refuerce la estrategia del doble idioma, contribuyendo a un mayor alcance de nuestra investigación y nuestra reputación como investigadores en el área de conocimiento trabajada. Descuidar el proceso de traducción sería condenar nuestra reputación ante los lectores anglosajones. La pulcritud, el rigor, la exigencia y el apremio con el que se ha redactado el manuscrito deberán ser trasladados de modo idéntico a la versión inglesa por lo que recurrir a un nativo que conozca nuestro ámbito de investigación será de obligatorio cumplimiento si queremos mantener la calidad de nuestra publicación.

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