La elaboración de un artículo científico, paper, se ancla en tres pilares fundamentales: leer, investigar y difundir. El éxito de la escritura científica estriba en determinar qué leer, cuándo, cuánto y dónde, determinar de manera objetiva el problema de investigación, su resolución y la originalidad de nuestra contribución, y finalmente, difundir la relevancia y originalidad de nuestro trabajo.

Para todo ello es fundamental el acceso a la información. Sin embargo, hoy día puede ser muy complicado por la gran cantidad que podemos tener al instante y porque los principios de búsqueda para la recopilación han variado. En cuanto a la hiperinformación, que puede devenir en infoxicación o desinformación, es clave una brújula. Esto es, una idea clara de qué queremos recopilar y dónde hacerlo. Respecto a los principios de búsqueda, la facilidad del acceso a Internet no es una carta blanca y no es información válida todo lo que está en la Red.

Planteamos una serie de pistas para no perdernos buscando información.

  1. El acceso a la información se hace, en la mayoría de los casos, a través de bases de datos, portales de revistas, catálogos de bibliotecas, a través de Internet.
  2. Considerando nuestro tema de trabajo, conviene estructurarlo en una serie de conceptos, palabras clave en español y en inglés, e ir combinándolos de diferentes formas.
  3. Dado que perseguimos escribir un artículo científico lo mejor es ir a las revistas que son la fuente del ámbito temático en el que trabajamos: publicaciones académicas, arbitradas, scholarly, peer reviewed, etc.
  4. Hemos de seleccionar en primer lugar las más potentes, las de más impacto en nuestro campo, buscando líneas, corrientes, experiencias, estados del arte, afines o contrarios que nos permitan situar nuestra investigación.
  5. La primera línea de acceso ha de ser la Web of Science que nos da acceso a revistas indexadas en JCR. Un vaciado de lo que encontremos aquí puede generarnos bastante información, que luego hay que cribar, lógicamente. Como segunda línea podemos emplear otra importante base, SCOPUS. Ambas nos proporcionan textos de rigor pues han sido revisados y sometidos a evaluaciones antes de su publicación.
  6. En última instancia, y como complemento, puede emplearse Google Académico o Dialnet. Estos accesos nos sitúan ante informaciones de distinto calado y no siempre arbitradas.
  7. El acceso a la información debe ser sobre la fuente primaria, siempre que sea posible, pues en ocasiones se citan o referencias textos que han sido mal copiados o mal citados.

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