Una de las claves del éxito de una investigación radica en su pertinencia y coherencia interna. Esto significa que debe existir una clara linealidad entre la revisión de la literatura y antecedentes, la formulación de los objetivos, preguntas de investigación e hipótesis (si proceden) y la selección de los materiales y métodos adecuados. Por hacer una analogía, si una investigación es un viaje, los objetivos son el destino y los métodos son la ruta.

Así, el método de investigación determinará la dirección que seguirá el estudio, la manera en que se recogerán los datos y la profundidad de los mismos. En este sentido, la decisión de los métodos, materiales y técnicas incidirá en el cumplimiento de los objetivos planteados, en los resultados emergentes y en las conclusiones a las que se pueden llegar. Sin embargo, esta elección no siempre depende de la simple voluntad del investigador, sino de sus posibilidades y limitaciones, por ejemplo:

  • ¿Se cuenta con los recursos (económicos, humanos, técnicos…) para hacer un estudio descriptivo con una muestra suficiente para inferir el fenómeno en toda una población?
  • ¿Se permite al investigador conversar con las personas que forman parte del colectivo a estudiar?
  • ¿Se tiene la capacidad (conocimientos, tiempo, softwares…) para aplicar técnicas de análisis de datos innovadoras, como el tratamiento de big data, análisis de sentimientos, modelos y simulaciones predictivas?

Más allá de un tema de “preferencias”, la elección de un método o de técnicas de investigación se debe basar en el planteamiento de los objetivos, entendiendo que los mismos se proponen en función de ampliar los conocimientos preexistentes sobre un problema o de reconocer nuevos fenómenos que, indefectiblemente, deben resultar en un aporte significativo al campo de estudio o disciplina.

Existen muchas guías, manuales y textos de referencia que explican con detenimiento los alcances de investigación (exploratorio, descriptivo, correlacional, explicativo y predictivo), los diseños de investigación (cuantitativos, cualitativos y mixtos) y los tipos de investigación (experimental, cuasi-experimental, de campo y documental), cada uno de ellos con sus técnicas, materiales específicos y con una utilidad distintiva en función de sus outflows. Algo de esto se trató en este post de la Escuela de Autores de la Revista Comunicar.

A continuación se plantean algunas claves para la elección del método de investigación adecuado:

1. Define los objetivos de investigación, las preguntas de investigación y las hipótesis: Esto se logra conociendo el tema a investigar, atendiendo a los antecedentes, a los métodos que ya fueron aplicados en otros estudios y a las prospectivas de investigación que se han planteado como oportunidades.

2. Identifica tus recursos, capacidades y limitaciones: No todos los métodos son iguales. Cada uno exigirá una dedicación, materiales, medios, competencias y capitales distintos (humanos, económicos, temporales…).

3. Planifica, gestiona y administra: Antes de proceder con el trabajo empírico, es importante anotar todo en papel, incluyendo el tiempo, la asignación de responsabilidades y los recursos a disponer. Esto permitirá confirmar que se cuenta con los recursos necesarios y establecer una calendarización de la investigación.

Recuerda que el objetivo de la sección “materiales y método” no es sólo describir las técnicas aplicadas, sino mostrar cómo y por qué fueron aplicadas y demostrar que la investigación se llevó a cabo con rigor, coherencia y seriedad.

El autor debe ser capaz de convencer al lector de por qué elige un método específico y cómo este se ajusta al objetivo. El enfoque utilizado debe ser claro para responder a la pregunta de la investigación y al enunciado del problema.

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