La revisión científica es un proceso comúnmente colegiado, en el que suelen participar dos o más árbitros (pares), e incluso personal editor, dependiendo del estilo de revisión que aplique la publicación.

Es común que los revisores tengan divergencias en cuanto a la evaluación de un manuscrito. Hemos de recordar que la comunidad científica de por sí es muy disímil, desde la perspectiva de enfoques epistemológicos, conocimientos metodológicos, ideologías, ámbitos de competencias, contextos, entre otros aspectos. En este sentido, los resultados de revisión suelen ser coincidentes en algunas observaciones, mientras que en otras son muy distintos.

Las decisiones de los árbitros suelen ser disímiles en función de que cada uno tiene su escuela, su línea epistemológica, su ideología, su conocimiento sobre métodos, experiencias, entre otros aspectos.

Las plantillas o formularios de revisión de las revistas científicas suelen tener diversos aspectos de evaluación. Por ejemplo, en el caso de la Revista Comunicar (enlace), su protocolo de evaluación es cuali-cuantitativo, es decir, los revisores exponen sus comentarios por escrito, a la vez que valoran (con puntuación) cada uno de estos ítems, con una totalización sobre 50 puntos (ver ejemplo). En el caso de Comunicar, es común que un artículo sea evaluado por entre 5 a 8 revisores, por lo que la puntuación promedio es fundamental para que el personal editor decida -con criterios objetivos- sobre la publicación del texto.

Mientras tanto, otras revistas no utilizan un sistema de valoración por puntos, sino que solicitan a los revisores solamente su opinión redactada. En algunas ocasiones, se suele pedir una opinión global sobre el manuscrito, mientras que en otras la ficha es amplia y pide evaluar los diversos apartados del artículo, como lo son título, resumen, revisión de literatura, materiales y métodos, resultados, discusión y conclusiones, referencias, implicaciones prácticas, prospectivas, originalidad, entre otros ámbitos.

El punto coincidente en la mayoría de los procesos de revisión podría ser, en muchos casos, las decisiones sobre publicación del manuscrito, siendo posible cuatro escenarios:

  • Publicable (sin modificaciones): Quizás la decisión menos común, pues todo producto es perfectible y una evaluación pone tête à tête a personas con distintas ideas, enfoques, experiencias, etc. En el caso de la decisión de “Publicable” o “Publicable sin modificaciones”, los autores no deberán hacer ningún cambio y el equipo editorial procederá a publicar el artículo tal y como llegó a la revista inicialmente.
  • Publicable con modificaciones menores: Esta decisión está enfocada en solicitar cambios superficiales o de forma a los autores. Cuando se solicitan cambios menores, suelen estar referidos a aspectos como incluir más literatura en el marco teórico, aumentar las discusiones, explicar mejor los métodos y procedimientos u organizar de mejor manera los hallazgos (incluir tablas o figuras explicativas, por ejemplo). Esta es la decisión más común a la hora de aprobarse un artículo.
  • Publicable con modificaciones mayores: Es el estado intermedio entre publicable y no publicable. Cuando los revisores solicitan cambios mayores, usualmente piden cambios de fondo que suelen suponer un gran trabajo de redacción, reenfoque y/o reestructuración total o parcial del manuscrito. Muchas veces estos cambios significan volver a realizar la investigación y modificar los objetivos, por lo que los autores suelen decidir en esta etapa si realizar las modificaciones propuestas o intentarlo en otra publicación.
  • No publicable: Sin duda, la decisión más temida, que pone fin al proceso editorial del manuscrito. En cualquier caso, la decisión de no publicable debería venir acompañada con un informe detallado con la opinión redactada de los revisores, lo que sirve a los autores para mejorar el documento antes de volver a intentarlo en otra publicación.

También sucede muchas veces que los revisores deciden diametralmente lo opuesto: Mientras que uno recomienda cambios menores, otro decide que no se publique. En estos casos, el personal editor de la revista debe solicitar una tercera revisión para dirimir las diferencias, siendo la decisión de este tercer árbitro la que se deberá tomar con respecto al manuscrito, aunque al final se remitan los tres informes a los autores para que atiendan todas las observaciones.

En otros casos sucede que un revisor decide que solo haya modificaciones menores y otro decide modificaciones mayores. En ambos casos se coincide en que el manuscrito es publicable, por lo que no existe una gran diferencia de opiniones. Para acelerar el proceso editorial, las publicaciones suelen enviar estos informes a los autores, solicitándoles cambios mayores, en el entendido que estos deberán atender a cada una de las observaciones de ambos revisores.

Es común, además, que cuando se solicitan cambios (mayores y menores) las revistas reenvíen el artículo a los revisores para que confirmen que fueron incluidas las modificaciones solicitadas. Por esta razón, es sumamente recomendable que el manuscrito revisado sea enviado con control de cambios o con los cambios resaltados, e incluso un documento separado en el que se indiquen, punto por punto, los cambios realizados en función de las recomendaciones. Esto garantiza no solo que este proceso sea lo más expedito posible, sino que los revisores comprueben a simple vista que sus dictámenes fueron tomados en cuenta.

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