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La selección de revistas, al objeto de intentar publicar nuestros trabajos en ellas, es un proceso que se puede hacer de manera proactiva o reactiva. Como todo en la vida, siempre es recomendable la proactividad, que permite una planificación desde el primer momento y por tanto una adecuación natural del contenido (nuestro trabajo) al medio (la revista). Pero ojo, no investigamos para publicar en una determinada revista. El proceso investigador se debe a los objetivos/resultados, no al medio en que serán comunicados estos, algo del todo secundario. Lo que definitivamente no tiene sentido es investigar algo sabiendo a priori que nadie nos lo publicaría.

¿Por qué proactividad? El investigador, cuando se le supone un experto en el área que investiga, conoce desde el principio las principales revistas, autores y trabajos relacionados. Este conocimiento mejora el rendimiento de su trabajo y la calidad de sus resultados, ya que hace que cuando investigue y escriba, piense proactivamente que:

  1. Su artículo se va a comparar con los principales trabajos del área, por tanto, se espera una relación, de continuidad teórica o incluso de ruptura y desde luego un nivel similar de calidad (complejidad y profundidad)
  2. Su trabajo va a ser leído por los principales investigadores del área, por consiguiente, es recomendable que “adapte” el manuscrito pensando en aquellos que lo van a leer, sus características, niveles de exigencia, y lo ponga en relación con las aportaciones de los autores.
  3. Su trabajo será publicado en una de las revistas que habitualmente publican sobre su materia, es por ello que debe conocer cuáles son, sus normas, características, exigencias y “gustos”, así como los trabajos que se han publicado, de tal manera que desde el primer momento el autor adapte la redacción a los requerimientos habituales del núcleo de revistas.

Por tanto ¿dónde publicar? La respuesta más obvia y sencilla es, “trataremos que nuestro trabajo sea publicado en aquellas revistas cuyos trabajos hemos utilizado“. Esto es debido a que, por lógica, nuestro trabajo estará bien adaptado a ellas. Para ello, un buen ejercicio es la revisión de nuestra bibliografía, al objeto de identificar qué fuentes citamos con mayor frecuencia. No obstante, también debemos tener en cuenta otros aspectos:

En relación a las características de nuestros trabajos, la elección de una revista puede venir determinada por:

  1. Temática. La temática es el primer criterio para la selección de una revista. En principio, trataremos de publicar en aquellas revistas de alta especialización en nuestra área, pues es donde mejor cabida tendrán nuestros trabajos. No obstante, también podemos hacerlo en revistas de “amplio espectro”, las grandes revistas de área. El último recurso serían las conocidas como revistas multidisciplinares.
  2. Metodología. Si nuestro trabajo utiliza una metodología de investigación llamativa o plantea algún avance en el campo metodológico, también podríamos intentar publicar en revistas cuya temática sea la propia metodología, por ejemplo, la revista REDES que publica trabajos de múltiples áreas cuyo elemento común es la Sociometría.
  3. Objeto de Estudio. El objeto de estudio también puede determinar el medio en el que un trabajo va a ser publicado, puesto que existen revistas especializadas en áreas geográficas o una determinada parte de la población. Un claro ejemplo son los estudios de las mujeres. Un trabajo titulado “Análisis de Redes Sociales de mujeres en puestos de responsabilidad en las universidades españolas”, podría ser publicado en una revista de Educación (temática principal), una revista de metodología sobre Sociometría (Metodología) o una revista de Gender Studies (Objeto de Estudio).

No obstante, hay otros aspectos propios de nuestros manuscritos que influirán en la selección de las revistas:

  1. Target. Debemos publicar en aquellas revistas que leen habitualmente el público objetivo de nuestro trabajo. Si, por ejemplo, publicamos un trabajo sobre la comunidad española de Educación, lo ideal sería publicar en una revista nacional escrita en español, o en todo caso iberoamericana. Lo que sí es cierto, es que si tratamos de publicar en una revista anglosajona tendremos menos posibilidades y, además, en caso de ser aceptado, es posible que no nos lean las personas potencialmente interesadas Uno publica para que lo lean, no para que lo evalúen.
  1. Caducidad. Los trabajos tienen diferentes grados de caducidad y esto es un riesgo que puede hacer que un trabajo nunca sea publicado. Si tenemos un trabajo y sabemos que es posible que en un año ya no tenga interés, debemos priorizar la elección de revistas con procesos de evaluación rápidos, para que, en el caso de ser rechazados, tengamos margen para enviarlo a otra revista.  Los mejores trabajos suelen tener una alta caducidad, puesto que pretenden estudiar fenómenos actuales y compiten con los de otros investigadores (la moda científica).

En relación a las características de las propias revistas, tenemos que tener en cuenta:

  1. Impacto Científico. Las revistas con Factor de Impacto son aquellas indexadas en los Journal Citation Reports de Web of Science. Se consideran las mejores revistas del mundo en cada área. El sólo hecho de publicar un artículo en ellas es un mérito reconocido por las agencias de investigación. Desde el punto de vista de la evaluación científica es el patrón oro.
  2. Indexación en Bases de Datos. La primera función de esta indexación es aumentar la difusión de los trabajos, no obstante hay un segundo papel, evaluativo, que nos indica que las mejores revistas están presentes en las bases de datos más exigentes, ya que son capaces de cumplir procesos evaluativos de primer orden. Existen bases de datos genéricas (Web of Science, Scopus, Latindex) o especializadas por área (MLA, Philosopher Index, Mass & Communicación Search, etc).
  3. Prestigio científico. En principio, una buena revista está capitaneada por un buen investigador. Por esa razón, realizar un simple análisis de la carrera investigadora del equipo editorial nos dará una aproximación fiable de la calidad científica de la revista.
  4. Prestigio Editorial. Es muy importante conocer la editorial que está detrás de las revistas, solvencia económica, especialización, profesionalización editorial, etc. Ésta es garante de la calidad de los procesos, la selección del equipo técnico y la continuidad de la misma. Por ejemplo, sabemos que cualquier revista editada por la American Psychological Association será un producto consistente.
  1. Historia de la Revista. La edad de la revista ya es muy indicativa, vamos a intentar publicar en revistas que creamos consolidadas. Igualmente, el análisis de su historia nos permite ver si es una revista con progresión, cumplimiento de la periodicidad, etc.
  2. Requisitos formales. Lógicamente, tenemos que comprobar que nuestro trabajo es capaz de cumplir los requisitos formales exigidos por las revistas (extensión del documento, número de figuras, número de autores, estilo de citación, etc.).
  3. La periodicidad como ya se ha comentado es fundamental, a los autores les interesa publicar en revistas que declaran y se comprometen con unos tiempos de evaluación razonables.
  4. Derechos de los autores. Otro aspecto a tener en cuenta deben ser los derechos del autor. Habitualmente, los autores tienen derecho a, una vez publicados los trabajos, almacenar en sus páginas personales y en repositorios científicos los trabajos, al objeto de ayudar a la difusión de los mismos, no obstante, no todas las revistas lo permiten, es por ello que es importante conocer las políticas de copyright de las revistas. Una buena herramienta para conocerla es Sherpa Romeo.

Comenzábamos hablando de la proactividad y la reactividad. Cuando la decisión sobre a qué revistas mandar el trabajo se toma al final de la creación del mismo, de manera reactiva, nos encontramos atados de pies y manos, ya que, a última hora, las características de nuestro trabajo serán un lastre que determinarán especialmente la selección de cabeceras, cerrándonos muchas puertas. Ninguna empresa exitosa hace un producto sin tener en cuenta quienes son los consumidores ni las características del mercado y sus canales de distribución.

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